Constantemente escuchamos que «los niños son el futuro». Si tenemos en cuenta que existe una enorme isla de entre 700.000 a 15.000.000 de kilómetros cuadrados hecha de residuos de plástico que flota iracunda en el Pacífico norte, queda en evidencia la veracidad de esa afirmación, además de la obvia necesidad de enseñarles a reciclar desde temprana edad.
El reciclaje no tiene por qué ser una tarea aburrida, monótona y obligatoria. En los colegios se están diseñando programas para incluir a niños de todas las edades en este tipo de iniciativas.
La idea de los proyectos «verdes» es cultivar un buen hábito en los pequeños, que no solo contribuyan a cuidar el medio ambiente y a luchar contra el cambio climático, sino que constituyan una actividad en familia e incluso se pueda sacar dinero de ella.
A continuación detallamos cuatro ideas sencillas y prácticas para fomentar el reciclaje en los más pequeños:
Una forma divertida de reciclar es reutilizando objetos de desecho. Un calcetín viejo puede convertirse rápidamente en un títere, un envase de vidrio sirve como un portalápices o alcancía y varios coches de carreras serán el marco más divertido para un espejo.
Si se sigue la técnica del upcycling, que es básicamente la reutilización creativa de objetos que para algunos son viejos e inservibles, pueden crearse verdaderas obras de arte vanguardistas. La imaginación es lo que cuenta.
Uno de los elementos más importantes del reciclaje son los contenedores. Estos se utilizan para clasificar los residuos según su tipo: vidrio, papel y cartón, plásticos y latas y desechos orgánicos, por ejemplo.
Para aprender fácilmente cómo usar los contenedores de reciclaje y traducir el reciclaje en un juego, se puede emplear papel reciclado para dibujar pequeños monstruos de colores que coman plástico, vidrio, metal… y pegarlos sobre cada uno de los depósitos. Cada uno puede tener incluso un nombre.
A los niños les encanta dar paseos, sobre todo cuando son a la playa. Una manera de fomentar el reciclaje es invitarlos un domingo a disfrutar del mar y ponerles un reto: recolectar 15 piezas de residuos (sobre todo plástico) y echarlos a la basura.
También puede ser una excursión al parque o de senderismo. Cualquier lugar que quede libre de basura es ganancia para el planeta.
Educar a los pequeños sobre las consecuencias que tiene tirar envases de plástico en la playa, sobre todo para las especies marinas, les hará más conscientes de su entorno.
Toda buena acción es recompensada. Proponer objetivos y metas es estimulante para los niños, y mucho más cuando reciben una recompensa. No se trata de verlo como una acción para buscar un beneficio personal, sino como una especie de competición saludable.
Y siempre se les puede enseñar a donar lo que ya no usen en lugar de tirarlo a la basura. Darle una nueva vida a los objetos también es una buena forma de reciclar.
Reciclar tiene muchas ventajas, principalmente para el medio ambiente, pero también como una actividad que se puede disfrutar en familia y en el entorno escolar. Además de que se estará formando a un futuro ciudadano responsable con su entorno.