Existe una famosa expresión popular que dice que una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, las palabras también tienen poder, y uno verdaderamente increíble, sobre todo cuando son expresadas con convicción y sentimiento.
En la actualidad el mundo se ha vuelto cada vez más audiovisual, prefiriendo las imágenes por encima del texto, sin embargo, hasta hace apenas unas décadas el mundo se comunicaba a través de cartas.
Mucho antes del email, los mensajes de texto y las apps de mensajería instantánea, no había mejor manera de expresarse que a través del papel, con una carta. No es de extrañar entonces, que la historia se haya visto afectada por ellas.
Cuando Martin Luther King Jr. fue encarcelado en 1963 en Birmingham, Alabama, aprovechó al máximo su tiempo de encierro para redactar una propuesta que diera respuesta a las críticas del clero sobre las protestas.
Él había sido arrestado por participar en una marcha sin tener los permisos correspondientes, y 4 días después de su arresto, ya había terminado la conocida “Carta de una cárcel de Birmingham”. En ella King expresaba la necesidad de manifestaciones públicas en contra de la segregación.
Más adelante, esta carta fue publicada en The Atlantic, y fue considerada como una expresión de activismo durante un periodo clave en la historia, además de servir como base de documentación para todo el movimiento por los derechos civiles.
En 1939, el Presidente Delano Roosevelt recibió una carta firmada por Einstein en la que le hablaba de los descubrimientos de un par de científicos alemanes quienes descubrieron la fusión nuclear del uranio, lo que se convirtió en un importante paso en el desarrollo de la bomba atómica.
Inicialmente la carta escrita por Einstein iba dirigida a la Reina de Bélgica, una amiga personal del genio. Sin embargo, gracias a un encuentro que tuvo con un economista cercano al Presidente Roosevelt, decidió cambiar el destinatario.
A diferencia de los casos anteriores, la carta no fue escrita por ninguna personalidad famosa. De hecho se trató de una niña de apenas 11 años llamada Grace Bedell, quien escribió una curiosa carta destinada al en ese momento candidato a la presidencia de Estados Unidos, Abraham Lincoln.
La pequeña le sugería que una barba le sería de beneficio ya que su cara “tan delgada” podría verse mejor. Inicialmente, Lincoln dudó y consideraba que podría verse tonto. Pero finalmente, decidió aceptar la sugerencia de la pequeña, y así creció la barba más famosa de la historia americana.
¿Cuántas historias de una nación o personales cambiarían por completo gracias a una carta? Desde declaraciones de amor, sueños compartidos o planes de guerra, en décadas pasadas, una hoja de papel podía ser el inicio de un gran cambio.