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La industria naviera enfrenta a la incertidumbre sobre qué combustibles alternativos adoptar para reducir la huella de carbono

En un esfuerzo por reducir su impacto ambiental, la industria naviera se encuentra en una encrucijada en su búsqueda de alternativas más respetuosas con el medio ambiente al fuel oil, el combustible actualmente utilizado por la mayoría de los grandes buques. Esta situación ha sido agravada por la falta de una regulación clara y directrices sólidas que establezcan un rumbo definido hacia la descarbonización.

La Organización Marítima Internacional (OMI), el organismo encargado de regular el sector naviero a nivel global, se encuentra bajo creciente presión para implementar medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por esta industria, responsable de aproximadamente el 3% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono.

La Organización Marítima Internacional está bajo presión para establecer un marco regulatorio sólido hacia la descarbonización.

En su 81ª reunión celebrada la semana pasada, el Comité de Protección del Medio Marino de la OMI acordó un posible esquema preliminar para un marco de cero emisiones netas, el cual podría incluir un estándar de combustible y un precio de emisiones. Sin embargo, estas directrices están aún abiertas a discusión y podrían ser adoptadas o modificadas en la próxima reunión del grupo en septiembre.

Esta falta de claridad regulatoria ha generado una gran incertidumbre en la industria naviera, dificultando la transición hacia combustibles más limpios. Ejecutivos del sector han expresado su preocupación por la falta de orientación sobre cuáles son las mejores alternativas de combustible, lo que les ha llevado a retrasar las inversiones necesarias para adaptar sus motores o adquirir nuevos buques compatibles con estas nuevas fuentes de energía.

Actualmente, las opciones de combustibles alternativos incluyen el hidrógeno, el metanol, el amoníaco, el biodiesel y el gas natural licuado (GNL). Sin embargo, cada una de estas opciones presenta sus propios desafíos y limitaciones. Además, la mayoría de los motores de los buques están diseñados para utilizar un tipo específico de combustible, lo que dificulta la transición hacia nuevas alternativas.

“A ninguno de nosotros nos gusta el hecho de que estemos quemando combustible sucio. Pero ninguna autoridad está respondiendo cuál es el mejor combustible”, declaró Andrew Jamieson, co-jefe de Clearlake Shipping, durante la conferencia energética CERAWeek en Houston.

Otro factor que ha contribuido a la incertidumbre es la competencia por estos combustibles más limpios desde otros sectores, como las plantas eléctricas en Asia que buscan descarbonizarse y alejarse del carbón. Esto ha llevado a preocupaciones sobre la disponibilidad futura de estos combustibles para el transporte marítimo.

«La pregunta es dónde estará el transporte marítimo en el orden jerárquico de disponibilidad de combustibles en el futuro», advirtió Christopher Wiernicki, CEO de American Bureau of Shipping, durante CERAWeek.

Además de la falta de directrices claras, la industria naviera también se enfrenta al desafío de los altos costos asociados con la transición hacia combustibles más limpios. Las empresas se ven obligadas a diversificar sus inversiones en múltiples opciones de combustible, lo que aumenta los gastos y dificulta la toma de decisiones.

La transición implica altos costos al tener que diversificar inversiones en múltiples alternativas de combustible.

En medio de esta incertidumbre, la OMI se encuentra bajo una creciente presión para establecer un marco regulatorio sólido y a largo plazo que brinde claridad y oriente a la industria naviera hacia una descarbonización efectiva. Sin embargo, este proceso está lejos de ser sencillo, ya que debe equilibrar las necesidades del sector con los imperativos ambientales y las realidades económicas.

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