La inflamación crónica disminuye la esperanza de vida, causa discapacidad, acelera el envejecimiento y fomenta la aparición de afecciones degenerativas. El 50% de todas las muertes son atribuidas a enfermedades relacionadas con la inflación como las cardiovasculares, las renales crónicas, la diabetes mellitus tipo dos, el cáncer, el hígado graso no alcohólico, las autoinmunes (lupus, artritis, esclerosis múltiple…) y las neurodegenerativas (Alzheimer…).
La inflamación crónica puede ser causada por malos hábitos de alimentación (abuso de cárnicos, sal, aditivos, carbohidratos, productos procesados, grasas saturadas y alcohol), el tabaquismo y las alteraciones del sueño. Para prevenirla, lo recomendable es seguir una dieta antiinflamatoria, evitar el estrés, ejercitarse, dormir mínimo ocho horas y conectarse con la naturaleza.
La doctora Isabel Belaustegui explica que “el proceso de la inflamación forma parte de la defensa frente a agresiones externas, pero si es demasiado intensa o se prolonga en exceso en el tiempo. termina volviéndose en nuestra contra”.
La nutrición antiinflamatoria no se basa en perder peso, sino en un programa nutricional que promueve la ingesta de alimentos saludables y antiinflamatorios como frutas y verduras de hojas verdes, para que así se lleve una vida saludable.
En un estudio publicado en la revista Journal of Internal Medicine se observó que los participantes del cuartil más alto del índice de dieta antiinflamatoria, mostraron un 18% menos de riesgo de mortalidad en total, 20% menos de riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares y un riesgo de 13% menos de mortalidad debido al cáncer, comparados con aquellos del cuartil más bajo.
Los autores reportaron mejores resultados de la dieta antiinflamatoria en los fumadores, evidenciando menor peligro de muerte.
La nutricionista española, Sara Jiménez, enumera 9 puntos principales:
Una investigación llevada a cabo en la Universidad de Zaragoza analizó los efectos de dicha dieta sobre la sintomatología y calidad de vida en pacientes con artritis reumatoide, demostrando mejorías en la capacidad funcional, la calidad de vida de las pacientes evaluadas, una reducción en la actividad de la enfermedad y una mejora en la composición corporal.
Por lo cual, llegaron a la conclusión de que el seguimiento de un patrón dietético mediterráneo, acompañado del consumo de alimentos con actividad antiinflamatoria y la limitación de los proinflamatorios coopera con el alivio de la sintomatología de la artritis reumatoide.
“Una dieta antiinflamatoria no es un mero protocolo nutricional. Es un cambio positivo que no se utiliza simplemente como terapia durante un corto período de tiempo, sino como todo un estilo de vida normal para la persona con efectos positivos en su salud y bienestar a todos los niveles”, subraya la doctora Belaustegui.