La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce 88 tipos distintos de trastornos del sueño, el más común de estos siendo el insomnio, exponiendo que el insomnio crónico, afecta al 8%-10% de la población adulta, y el insomnio transitorio, es padecido por un porcentaje del 40% de la población de cualquier país occidental.
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El insomnio, del latín insomnium, se define en la RAE, como la falta del sueño a la hora de descansar.
Es aquella dificultad de quedarse dormido, o de mantenerse en ese estado si se ha conseguido. En los casos de padecer insomnio, es posible que, incluso al dormir horas seguidas durante la noche, no se logre descansar y prevalezca el estado de cansancio al despertar.
Las razones oscilan desde condiciones físicas: trastornos metabólicos, cardiovasculares, ginecológicos, respiratorios, así como condiciones psicológicas, como lo son el estrés, la depresión y la ansiedad. Puede surgir también a raíz de malos hábitos de sueño, donde el cuerpo no cuenta con un horario definido para descansar.
Cuerpos externos como la cafeína, nicotina, alcohol (el alcohol puede ayudarte a conciliar el sueño, pero impide que se alcancen las fases del sueño más profundas), e incluso fármacos destinados a otros problemas, como el asma o la presión arterial, pueden ser la razón de insomnio.
Muchos de los medicamentos de venta libre, como productos para adelgazar, poseen cafeína, lo que puede causar también la falta del sueño.
De encontrarse privado al descanso que el cuerpo y la mente inevitablemente necesitan para funcionar correctamente, el ser humano rápidamente es capaz de percibir deterioro en su calidad de vida.
Estudios demuestran que el sistema inmunológico puede verse gravemente afectado cuando se priva del sueño al ser humano. Esto se debe a que cuando una persona no duerme de forma adecuada, es más susceptible a infecciones de transmisión viral, ya que durante el sueño, es cuando el sistema inmunológico se encuentra más activo, liberando así una proteína llamada citocina, y con menor productividad de esta a falta de suficientes horas de sueño, el cuerpo tiene mayor probabilidad de enfermarse al estar expuesto a un virus. Ejemplo: un resfriado
La falta de sueño a largo plazo, también puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, obesidad, enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos (cardiovasculares).
Padecer de un trastorno del sueño, puede afectar actos tan comunes como lo son las acciones del día a día. La falta de energía, es la principal manifestación del insomnio. Realizar tareas como pasear al perro o tener una imagen profesional en el campo de trabajo, pueden convertirse en un ejercicio sumamente complicado para el afectado.
El estado de ánimo que se encuentre sujeto a una mente fatigada, nunca podrá ser estable. A veces es blanco, a veces es negro como la noche, y no hay forma de controlarlo. Después de todo, es difícil mantener estable el estado de ánimo que se encuentra bajo el peso del cansancio y la fatiga.
El individuo que padece de esta condición puede afrontar estados de ánimo detonantes como lo son el estrés y la frustración con mayor facilidad, así como también, pueden darse casos en distintos individuos de estados inclinados a ánimos débiles, inexpresivos y reservados, con poca capacidad de concentración, desconectándoles del mundo que les rodea. Esto varia en cada sujeto y sus condiciones.
El doctor Javier Albares del Centro de Investigación del Sueño, explica que la razón de que esto ocurra, es porque en el cerebro humano, existen dos estructuras relacionadas directamente con la regulación de las emociones: la amígdala, y la corteza prefrontal.
La amígdala es la zona del cerebro encargada de generar las reacciones emocionales, siendo estas positivas o negativas. La corteza frontal, que se encuentra situada justo encima de los ojos, es la encargada de la toma de decisiones y del control de reacciones, además de ser la que controla a la amígdala.
Algunos estudios demostraron a través de Resonancia Magnética que, personas que disfrutan de una buena noche de descanso, mantienen una fuerte conexión entre estas ambas. Sin embargo, personas igualmente saludables, que se privaron del sueño durante 24 horas, mostraron una inexistencia de esta conexión, de una amígdala mucho más reactiva, así como de alteraciones de ánimo relacionadas a la ansiedad y el agotamiento.
Tanto en el aspecto físico o mental, la fatiga que proporciona padecer de insomnio puede afectar directamente el rendimiento profesional del individuo. Así se trate de una labor manual o intelectual, trabajando de pie o frente a un ordenador, con la debilidad de un estado mental sin reposar o de un cuerpo que no ha sentido el descanso, la rentabilidad laboral no podrá alcanzar las expectativas que habitualmente puede conseguir un individuo sin este trastorno.
Entre las principales recomendaciones de profesionales para el trastorno del sueño, se encuentran las siguientes:Mantener una habitación tranquila y a temperatura agradable, sin distracciones ni electrónicos.
El descanso, es sin dudas uno de los más importantes factores para el bienestar del ser humano. Sin él, la calidad de vida disminuiría hasta no ser más que una batalla por permanecer de pie activo y mentalmente sensato. Es primordial entonces trabajar en establecer un ritmo saludable de descanso para el buen funcionamiento del cuerpo y la mente, uno que cada individuo debe priorizar.