En el 250 aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt, evoca su conocida exploración al continente americano la instalación en sitio específico Humboldt´s Range, concebida para el Museo de Bellas Artes de Caracas por el artista contemporáneo norteamericano Joseph Kosuth.
Exploradores, naturalistas, aventureros, estudiosos y viajeros de todo tipo recorrieron el continente americano durante el siglo XIX. La expedición que hiciera Alexander von Humboldt a algunos países de la región, entre 1799 y 1804, ha sido la más comentada de la historia de la ciencia.
Humboldt obtuvo de la corte de Madrid el pasaporte para viajar a las colonias americanas de España. Lo acompañó Aimé Bonpland, médico y botánico francés.
Humboldt entró a América del Sur por el puerto de Cumaná, en la costa oriental de la entonces Capitanía General de Venezuela. Luego de explorar parte de este territorio, visitó lo que hoy son Cuba, Colombia, Perú, Ecuador, México y la costa atlántica de los Estados Unidos.
Humboldt contaba con una fortuna personal que le permitió financiar su proyecto de viaje de exploración a América. Ello le dio libertad en sus decisiones sobre la ruta, los objetivos y contenidos de sus investigaciones.
Naturalista, geógrafo y explorador, Humboldt encarnó la figura del sabio ilustrado del siglo XVIII. Concebía el mundo comoun sistema complejo e imbricado que debía ser estudiado en su conjunto. Con esta visión observó y describió el continente americano.
Recogió las experiencias de su viaje en una extensa bibliografía que incluye estudios científicos, atlas, tratados de geografía y de economía de Cuba y México, así como también la descripción de sus viajes y comentarios críticos de la historia de la geografía de las regiones que exploró.
El libro describe la flora, la fauna, los minerales, los fósiles, el clima, aspectos de la geografía física y humana, las culturas ancestrales, los pueblos indígenas y las sociedades urbanas que Humboldt conoció en América.
Para los naturalistas de fines del siglo XVIII, la montaña era un elemento importante de la naturaleza. Con su estudio se pretendía comprender el origen de la Tierra y la formación del relieve, la composición y estructura vertical de la atmósfera y su variación temporal y espacial, así como la distribución de los seres vivos, entre otras cuestiones.
Seguidor de dichas ideas, Humboldt participó en el debate que en su tiempo se desarrollaba en Europa en torno al origen de las rocas del planeta. Formaba parte del grupo plutonista, que daba importancia al calor interior de la Tierra como causante de fenómenos geológicos. Este grupo difería de los neptunistas, quienes creían que todas las rocas se habían formado en el agua.
Humboldt estudió los basaltos del Rhin, también viajó a Italia, Canarias y América para investigar las montañas y volcanes.
Geólogo de formación, en su viaje al continente americano Humboldt observó cerca de cien volcanes, entre ellos el Puracé y el Galeras, en Colombia; el Pichincha, el Cotopaxi, el Tungurahua y el Chimborazo, en Ecuador; el Nevado de Toluca y el Cofre de Perote, en México.
Uno de sus aportes de Humboldt a la ciencia es haber descubierto la relación que hay entre los tipos de vegetación, el clima y la altura de las montañas. Además, observó que el clima de las regiones equinocciales está en gran parte condicionado por la altitud sobre el nivel del mar.
Además de reseñar las mediciones y razonamientos sobre el origen y características de las montañas, en sus escritos Humboldt enfatizó el goce que experimentaba ante los paisajes de las cordilleras, la vegetación, los cuerpos de agua y los restos de las civilizaciones antiguas.
En esos tiempos la Ilustración daba paso al Romanticismo, que entendía la naturaleza como un todo vivo y organizado, en el que el ser humano tomaba parte y los lugares adquirían significado. Además, para el romántico, la montaña, la naturaleza toda, también era fuente de placer estético.
Esta visión se aprecia en el fragmento de su libro Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América, del cual se apropió el artista norteamericano Joseph Kosuth para intervenir los espacios del Museo de Bellas Artes de Caracas.
Al presentar en una misma obra los groseros monumentos de los pueblos de la América y los sitios pintorescos que han habitado, creo reunir objetos cuyas relaciones no han escapado á la sagacidad de los que se dedican al estudio filosófico del espíritu humano.
Por más que las costumbres de las naciones, el desenvolvimiento de sus facultades intelectuales, el carácter particular en sus obras impreso, dependen a la vez de infinitas causas que no son puramente locales, no puede desconocerse que el clima, la configuración del suelo, la fisionomía de los vegetales, el aspecto de la naturaleza risueña ó salvaje, influyen en el progreso de las artes y el estilo que distingue sus producciones.
Los únicos pueblos en que hallamos monumentos dignos de notar son montañeses, que aislados en la región de las nubes, sobre las más elevadas mesetas del globo, en medio de volcanes cuyo cráter está siempre rodeado de perpetuos hielos, no admiran en la soledad de estos desiertos sino lo que interesa á la imaginación por la magnitud de las masas; y así señala sus obras el sello de la salvaje naturaleza de las Cordilleras.
Joseh Kosuth participó en la exposición Intervenciones en el espacio, que fue presentada en el Museo de Bellas Artes de Caracas, en 1995, bajo la curaduría de María Elena Ramos, la directora de la institución en aquel momento. El proyecto planteaba generar reflexión sobre la arquitectura del Museo.
La fotografía muestra la fachada norte del Museo con los grandes ventanales de las salas de exposición que dan al jardín de árboles centenarios.
Además de Joseph Kosuth, el Museo convocó a otros diez creadores procedentes de cuatro continentes: Lawrence Carroll, Ernst Caramelle, Brigitte Kowanz, Gonzalo Díaz, Dan Graham, Terry Smith, Buky Schwartz, Micha Ullman, Luis Camnitzer y Víctor Lucena.
Se invitó a estos artistas a trabajar un lugar del Museo de su libre elección, según la práctica del site specific, es decir, la obra no se expone en el lugar sino que el lugar mismo es la obra. La obra y el contexto se interrelacionan de manera única, por lo que pierden significado si son instaladas en otro lugar.
El edificio del Museo de Bellas Artes fue diseñado por Carlos Raúl Villanueva siguiendo un estilo de arquitectura neoclásico. El Museo abrió sus puertas en 1938. En los años setenta se construyó un ala nueva con las formas brutalistas de la época, para ampliar los espacios de exposición y administrativos.
El complejo arquitectónico articula el edificio original, de una sola planta que evoca la arquitectura grecorromana, con salas de exposición que se disponen en torno a un jardín central; mientras que el ala nueva alza sus formas planas y líneas depuradas entre los árboles centenarios del Parque Los Caobos.
A partir de las reflexiones de los artistas, el edificio del Museo de Bellas Artes pasó de ser espacio para mostrar exposiciones a objeto a exponer, y con ello cobró significado como diseño arquitectónico, lugar de socialización, símbolo o sede de una institución cultural, entre otras dimensiones.
Joseph Kosuth se interesó por el doble sistema de rampas que permite acceder a las salas de exposición del Museo en un recorrido ascendente y descendente. Relacionó la estructura vertical del edificio con las altas montañas de la cordillera andina exploradas por Humboldt.
Para Kosuth, quien siguió estudios de arte, filosofía y antropología, la obra de arte se refiere a sí misma. Aborda el tema artístico como un asunto de filosofía y lingüística. En su escrito de 1969, Art after Philosophy, elaboró la base teórica de sus obras, cuyo fin único es explorar la naturaleza del arte.
En la instalación en sitio específico Humboldt´s Range, se aprecian cuatro aspectos que resultan esenciales en el trabajo de Kosuth: la importancia del concepto por encima del objeto, el espacio físico como medio, el uso de lenguaje como recurso y la apropiación como estrategia de trabajo artístico.
Para Kosuth, precursor del arte conceptual, lo artístico no depende de las cualidades estéticas del objeto (pintura, escultura o cualquier otro producto de alguna práctica de las artes visuales), se trata ante todo del concepto o la idea que plantea el artista. El arte no fabrica objetos bellos, genera significados.
De acuerdo con lo anterior, si la función del artista es producir sentido y significación, este no requiere confeccionar un objeto físico, pues puede comunicar y materializar sus ideas mediante textos, documentos y comentarios, propios o producidos por terceros.
Con esta propuesta Kosuth establece el modelo del arte conceptual. Plantea que el objeto de reflexión en el arte es el lenguaje y la representación a través de él mismo.
Interesado por la falta de relación que hay entre las palabras y los objetos definidos por estas, Kosuth estudió las teorías de pensadores como L. Wittgenstein y A. J. Ayer, y descubrió que la realidad se encuentra en el lenguaje, que es lo único que permite conocer y comunicar la realidad.
Al aplicar las teorías del lenguaje a las artes visuales, las ideas y significados de los objetos pasaron a ser parte de la obra. En una de sus proposiciones emblemáticas Una y tres sillas, de 1965, creó conexiones entre el lenguaje y la percepción visual: muestra una silla, su definición escrita tomada de un diccionario y una foto de la misma silla.
La obra se aproxima a la realidad a través de una misma reflexión desde perspectivas distintas.Se trata de un código doble con un componente visual y verbal.Pone de manifiesto que no es necesaria la creación de los objetos; es suficiente la definición.
Para Kosuth el objeto existe como materia, pero solo cuando se le nombra adquiere un significado y toma forma en el ámbito de las ideas. Las palabras, el objeto y las ideas generadas a partir de su relación conforman la obra, que así deja de ser un objeto y se convierte en motivo para pensar.
En sus propuestas el texto sustituye a la forma y el color, dos de los recursos expresivos tradicionales de las artes visuales; y muchas veces los letreros con luces de neón o las impresiones en plexiglás reemplazan a los materiales de trabajo habituales, como el óleo, la acuarela, el mármol, etcétera.
Esta práctica del arte contemporáneo consiste en realizar una obra tomando elementos producidos por un autor, por la cultura popular o de estilos de la historia del arte. También puede ser la cita de la obra de otro artista. Cuestiona conceptos tradicionales del arte tales como la genialidad, la autoría, la creación, la perennidad o la originalidad.
En el catálogo de la exposición Intervenciones en el espacio, de 1995, Kosuth dijo que siempre ha plagiado textos, que ha utilizado oraciones, párrafos y hasta libros enteros de filosofía, literatura o ciencia de otros autores, y afirma que son suyos, aunque él se ubique en el contexto de las artes visuales.
Plagiar es la acción de copiar en lo sustancial obras ajenas y darlas por propias. En el caso de Kosuth, entre otros artistas contemporáneos que se sirven de esta práctica, toma del otro para generar un discurso propio que expresa reflexión, originalidad.
Entre las prácticas propias del arte contemporáneo se cuenta la instalación, que asume el entorno espacial como parte de la obra: paredes, piso, techo y diversos elementos como luces, mobiliario, etc. En algunos casos son creaciones efímeras y en otros tienen carácter permanente.
Como no se trata de una pintura enmarcada o una escultura de bulto, la instalación se despliega en el espacio, sus elementos se dispersan; es una obra fragmentada que incorpora la dimensión temporal: el espectador la recorre, se mueve a su alrededor o interactúa con ella para apreciarla.
Con Humboldt´s Range, Kosuth interviene el espacio del Museo de Bellas Artes de Caracas, integrando el contexto arquitectónico, psicológico e institucional. Intenta, además, generar significados que espera pueden ser compartidos por todos (conocedores y no especializados en arte).
Kosuth se apropió del texto de Humboldt citado al comienzo; lo fragmentó para ubicarlo en los antepechos de las siete rampas de circulación del Museo, e intercaló los nombres de montañas, volcanes, pasos y cuerpos de agua que exploró durante su viaje por el continente americano.
Con la instalación de Kosuth, la Silla de Caracas, el Paso de Quindiu, la cascada del rio Vinagre, los puentes naturales del Icononzo, el volcán del Chimborazo o el Cayambé, entre otros lugares explorados por Humboldt, se hacen presentes en el Museo de Bellas Artes de Caracas. Y ello resulta significativo por varias razones:
Kosuth se propuso intervenir un edificio cuya estructura vertical obedece al objetivo de afectar en lo mínimo el corredor ecológico que conforma el Parque Los Caobos, lugar donde se emplaza, con un texto de Humboldt que expresa una visión integral de la naturaleza. El naturalista alemán ha sido considerado un precursor de la ecología.
Por otro lado, el Museo de Bellas Artes de Caracas nació del Museo Nacional, que fue organizado en el siglo XIX por otro alemán, Adolf Ernst, un botánico que viajó a Venezuela siguiendo los pasos de Humboldt. Entre sus importantes aportes está la fundación de la ciencia positivista en el país.
Por último, cuando se recorren las rampas del Museo, o las montañas de Humboldt, según Kosuth, va apareciendo Hojas del árbol caído, una instalación monumental del catalán Joseph Guinovart, que enfatiza el diálogo del edificio del Museo con su entorno natural.
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Como ya fue citado, para Kosuth, la realidad se encuentra en el lenguaje, que es lo único que permite conocer y comunicar la realidad. El texto de Humboldt, que va develándose mientras se transita por las rampas, revive lo que él escribió acerca de las montañas en su libro Tableaux de la Nature, de 1868:
«En las montañas está la libertad. Las fuentes de la degradación no llegan a las regiones puras del aire. El mundo está bien en aquellos lugares donde el ser humano no alcanza a turbarlo con sus miserias.»
José Ignacio Herrera es diplomado en artes plásticas de L´École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs, en París. Se ha desempeñado en la gerencia cultural a cargo de los programas educativos y la dirección de instituciones como el Museo de Bellas Artes de Caracas, el Museo Alejandro Otero, el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez y el Museo de Ciencias de Caracas. También ha sido curador de exposiciones con temas de arte y ciencia para la Fundación Telefónica-Venezuela. Actualmente trabaja para las ediciones de la Fundación Celarg, con temas de divulgación de cultura latinoamericana, y es profesor de francés en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela.