La Dra. Judith Resnik, una ingeniera y astronauta de la NASA, fue conocida por ser la segunda mujer norteamericana en volar al espacio tras haber sido parte del primer grupo de mujeres astronautas formadas en la agencia espacial.
Durante su corta –pero muy fructífera– carrera para la ciencia del espacio, Resnik realizó importantes contribuciones, registrando un total de 144 horas y 57 minutos en órbita, lo que se traduce en 7 días en el espacio. A continuación repasamos su vida y su trágica desaparición.
Resnik nació en Ohio, Estados Unidos, el 5 de abril de 1949, en el seno de una buena familia. Su madre era una asistente legal y su padre fue un reconocido optometrista que sirvió al ejército durante la Segunda Guerra Mundial.
Entre los talentos y habilidades que desarrolló Resnik a temprana edad se cuentan el haber aprendido hebreo y mostrar una fuerte inclinación musical, especialmente por el piano.
Resnik estudió matemáticas en la Universidad Carnegie Mellon y electricidad. Posteriormente, hizo un master en la Universidad de Maryland y luego consiguió un doctorado. Mientras realizaba su posgrado, trabajó en proyectos de radares y misiles para el ejército, con lo cual logra la atención de la NASA.
Antes de su ingreso en la NASA, Resnik trabajó en los Institutos Nacionales de la Salud, realizando investigaciones en ingeniería biomédica. También logró una certificación como piloto de aeronaves.
En 1978, finalmente se convierte en astronauta de la NASA con 29 años de edad, dentro de un grupo de seis mujeres, las primeras astronautas de la organización.
Su trabajo se centró en las operaciones del brazo robótico, despliegue de experimentos en órbita y en sistemas de paneles solares. También trabajó en los sistemas de satélites atados.
En 1984 realizó su primer vuelo a bordo del transbordador espacial Discovery, lo que la convirtió en la segunda mujer en ir al espacio. La primera fue Sally Ride, en 1983.
La astronauta, que servía como «especialista de misión», se encargaba de operar el Sistema Manipulador Remoto (SMR), en cuyo diseño ella misma había trabajado.
Este brazo mecánico hizo que sus compañeros la apodasen Icebuster, ya que se encargó de remover partículas de hielo peligrosas de la superficie del transbordador. Más adelante, el SMR posicionar otros satélites multimillonarios en el espacio.
La segunda misión de Resnik fue a bordo del transbordador espacial Challenger, que despegó el 28 de enero de 1986 desde Cabo Cañaveral, Florida.
En este vuelo, la astronauta volvía a tener la función de manipular el brazo exterior y desplegar un satélite que había sido diseñado para el estudio del cometa Halley.
Pero, a tan solo 73 segundos del despegue, se escuchó un ruido aterrador. Todas las cadenas de televisión estadounidenses mostraban como una bola de fuego naranja se divisaba hacia el cielo. La nave espacial había explotado.
Los escombros de la nave cayeron en el Océano Atlántico, por lo que fueron necesarios siete meses para recolectar los restos de la tripulación, que al final tampoco pudieron ser identificados, por lo que fueron llevados a un monumento conmemorativo en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia.
Las investigaciones llegaron a la conclusión de que el accidente se produjo a raíz de un sello de junta tórica defectuoso en el propulsor de combustible de la nave.
Resnik tenía 37 cuando falleció a bordo del transbordador Challenger. Pero su legado y sus contribuciones a la NASA fueron reconocidos poco tiempo después, siendo honrada en múltiples ocasiones.
Entre estos homenajes póstumos se cuentan varias escuelas con su nombre, así como un cráter en la Luna nombrado Resnik en su honor.
Igualmente, el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos otorga un premio en su nombre a los profesionales que logran contribuciones importantes en la ingeniería espacial.