El resultado es un refresco fermentado de agradable sabor que es muy bueno para el organismo debido a su cantidad de probióticos y a que no tiene químicos, ni azúcares añadidos. Ahora bien, hay kombucha natural y kombucha de sabores.
La natural se obtiene de una primera fermentación con Scoby que solo se hace con este “hongo de kombucha” (en realidad no es un hongo, son levaduras y bacterias, pero así se le llama) y el té azucarado, Después de esto se puede obtener kombucha sabor mojito, de frutos rojos, de jengibre, limón, manzana canela, kiwi, pepino y espirulina, zanahoria, cúrcuma y miles de combinaciones más que nacen del ingrediente que se le agregue a la primera kombucha.
En otras palabras, tras hacer la primera kombucha con té, azúcar y Scoby, se vuelve a fermentar esta vez con frutas, hierbas o especias (de cualquier combinación) y se somete a un segundo proceso de fermentación para obtener el sabor deseado.
Como casi todos los productos que usan como base el té, esta bebida tiene su origen en Asia, los historiadores ubican China como la cuna de este refresco natural.
Esta es la respuesta al génesis de kombucha que es. Se cree (no hay constancia histórica de esto, solo especulación debido al contexto y naturaleza de la bebida) que se originó por accidente.
Es posible que se haya dejado té en algunos recipientes y expuesto al aire y se hayan formado bacterias y levaduras que dieran el sabor peculiar a la bebida.
Sin embargo, muchos amantes de la kombucha consideran que el origen es lo de menos. Que existe y llegó para cambiar la vida de millones que han sustituido los refrescos azucarados, llenos de químicos y colorantes, por bebidas igual o más deliciosas que no solo no afectan la salud, sino que ofrecen variados beneficios.
Por otra parte, la kombucha es apta para todo el mundo. Niños, diabéticos, hipertensos y quienes siguen regímenes alimenticios especiales para bajar de peso pueden consumirla por igual.
Esto no se puede hacer con los refrescos azucarados de marcas muy famosas que están más que probados que solo fomentan la obesidad, los malos hábitos alimenticios y aportan al organismo muchas calorías vacías sin ningún valor nutricional.
Si bien es cierto que tiene un mínimo porcentaje de alcohol, el producto de la fermentación no es dañino, ni superior a otros alimentos y bebidas fermentadas como el pan, el queso, el yogur o algunos encurtidos.