La televisión tiene un enorme poder de influencia sobre el público, y los niños son especialmente vulnerables a él.
Contenidos para adultos y sedentarismo
Los contenidos de determinados programas televisivos potencian de forma positiva el crecimiento y el desarrollo intelectual, pero, por el contrario, otros muestran estereotipos dañinos, transmiten valores inadecuados y retrasan la educación de los pequeños.
Cada vez son más los contenidos sensacionalistas, explícitos y brutales que se emiten en horario infantil en las televisiones de todo el mundo.
Por otro lado, y según han constatado diversos estudios de conducta, los niños que pasan mucho tiempo frente al televisor están expuestos a sufrir efectos físicos y psicológicos negativos: obesidad, problemas cardíacos, diabetes, estrés, depresión y ansiedad, entre otros.
La televisión fomenta el sedentarismo y aliena a los jóvenes, mermando su habilidad para relacionarse. Además, limita la imaginación y la capacidad de resolución de problemas.
Rescatar antiguos hábitos
Los niños deben cultivar su creatividad jugando con otros niños. El juego en grupo ayuda a socializar, estimula el cerebro, contribuye al desarrollo psicomotriz y fomenta la autoestima.
Se recomienda que los pequeños tengan un horario reservado en el calendario para el esparcimiento diario, y que dispongan de buena parte del fin de semana para jugar al aire libre con sus amigos, a ser posible en espacios verdes, los cuales mejoran la estructura cerebral de los niños.
También es importante que tengan acceso directo a los libros, ya que la lectura mejora la capacidad cerebral, la concentración y la comprensión.
La televisión es una fantástica herramienta de comunicación y de entretenimiento, pero sus contenidos, como ocurre con el resto de productos que consumen los niños, deben ser supervisados por los padres.
La mejor opción siempre es la selección de contenidos a la carta, ya que supervisar la extensa programación de decenas de canales es una tarea imposible, y la diversidad descontrolada de la parrilla, en lugar de contribuir a la educación infantil, la dinamita.
Si el objetivo es conseguir que los niños sean más felices y asegurar su correcto desarrollo, la televisión puede no ser el mejor aliado.