Las terribles estadísticas de la violencia de género no dejan de airear un mal que afecta a la avanzada sociedad sueca. Se estima que el 18% de las mujeres han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre. Este dato tan desgarrador tiene su expresión literaria: “Los hombres que no amaban a las mujeres”.
En la primera de las novelas de la saga Millenium el escritor Stieg Larsson nos hace partícipe de los repetidos abusos que sufre la protagonista femenina –Lisbeth Salander–. Una resiliente que acabará tomándose la justicia por su mano y haciendo pagar caro a Nils Bjurman sus repetidas vejaciones.
La verdad es que no era la primera vez que se trataba la violencia machista en la literatura nórdica. Mucho antes, el noruego Henrik Ibsen había planteado los derechos femeninos y el maltrato en “Casas de muñecas”, en donde Nora vive en silencio el ultraje de Torvaldo.
Para encontrar las primeras referencias literarias de la violencia de género tenemos que echar la vista muy atrás. Quizás la primera evidencia la encontramos en Scherezade, la protagonista de “Las mil y una noches” que cuenta sus historias bajo la perpetua amenaza de muerte.
En nuestro país la primera referencia la encontramos en el “Cantar del Mio Cid” (1140). En la afrenta de Corpes se nos glosa como los infantes de Carrión –Ferrán y Diego González– injurian a las hijas del Cid.
El denuesto llega hasta tal punto que los maltratadores competirán por ver quién es el que produce más daño. Al final deciden abandonarlas a su suerte:
“Hya non pueden fablar don Elvira e doña Sol
muertas las dexaron en el Robredo de Corpes”
Shakespeare tampoco fue indiferente a este género: Otelo –el moro de Venecia– estrangula a su mujer, Desdémona. El motivo no es otro que un complot en el que se ve involucrado, le hacen creer que su esposa le ha sido infiel. Serán los celos incontrolados el vector que conduzca al terrible asesinato.
Esta tragedia no pasó desapercibida a la ciencia y dio pie a que en la patología psiquiátrica se bautizara con el epónimo de “Síndrome de Otelo” a los celos irracionales y desmesurados.
El tema de la infidelidad también fue abordado en el Siglo de Oro por Pedro Calderón de la Barca. En “El médico de su honra” (1637) Mencía es brutalmente asesinada por un sicario contratado por su marido –don Gutierre- tras dudar de su fidelidad.
En 1982 Alice Walker publicaría su deliciosa novela “El color púrpura”, que se haría mundialmente famosa cuando Steven Spielberg la llevó a la gran pantalla. En ella se denuncia los abusos físicos, sexuales y psíquicos que sufre Celie, la protagonista.
Dulce Chacón también trató el tema de la violencia de género y lo hizo en, al menos, dos ocasiones. En “Algún amor que no mate” la víctima acepta el maltrato como forma de vida, no lucha, no odia a su opresor, simplemente integra el calvario en su ADN.
Para finalizar nuestro breve recorrido, en “La fiesta del chivo” (2000) el Nobel Mario Vargas Llosa relata la historia del dictador Rafael Leónidas Trujillo, que impuso una desalmada dictadura durante treinta largos años en la República Dominicana. En uno de los capítulos nos describe la atroz violación de uno de los personajes a manos del dictador.