Más de mil millones de neuronas componen al cerebro humano. Entre ellas pueden generarse alrededor de un billón de conexiones, las cuales permiten el fortalecimiento y el desarrollo de la inteligencia y de la memoria.
No obstante, con el paso del tiempo estás conexiones neuronales empiezan a limitarse y se hace más difícil aprender y recordar. La capacidades cognitivas del cerebro involucran tres elementos que se encuentran estrechamente relacionados: información, memoria y práctica.
Para poder codificar la información que llega al cerebro, el cuerpo humano utiliza la memoria. Existen dos tipos más relevantes: la memoria de corto plazo y la de largo plazo.
La primera es capaz de contener en la mente la información durante el tiempo necesario para su uso. Es considerada la memoria de trabajo y es la que se aplica para recordar un número telefónico para escribirlo o marcarlo, retener una dirección para llegar a ella, etc.
Por su parte, la memoria de largo plazo incluye la memoria autobiográfica. Es una memoria mucho más compleja que la anterior. Esta es capaz de retener recuerdos de los eventos de la vida, sean recientes o lejanos.
La memoria implícita, también forma parte de la de largo plazo, y es la que permite recordar cómo conducir un auto, andar en bicicleta o escribir; ya que se accede a esa “información” sin la necesidad de un pensamiento consciente.
Practicar la memoria
No solo es cuestión de recordar. Para utilizar eficientemente la información es necesario la práctica y así alcanzar una comprensión profunda de los hechos y la realidad.
La práctica es el modo más eficaz para generar recuerdos a largo plazo. De manera que el conocimiento podría encontrar una limitación en el sentido de la carencia de tiempo para practicar adecuadamente lo que se desea aprender.
No obstante, algunas personas desarrollan capacidades extraordinarias para recordar información y aprender más rápidamente. Entre ellos destaca Chao Lu, campeón mundial del ranking de memorización del número Pi, quien, en 2005, alcanzó la hazaña de recordar 67.980 dígitos de pi en poco más de 24 horas.
El español Ramón Campayo, por su parte, ha sido el vencedor más de siete veces en el Campeonato mundial de memoria rápida. Su velocidad de lectura comprensiva es superior a las 2.500 palabras por minuto.
Sin embargo, no ha sido posible calcular con exactitud la capacidad exacta de almacenamiento de recuerdos en el cerebro. Aún no se sabe cómo medir la memoria humana. Algunos recuerdos ocupan más espacio ya que involucran mayor cantidad de detalles, y otros se olvidan fácilmente para liberar espacio.
El filósofo británico Colin McGinn ha sostenido en reiteradas ocasiones que el cerebro humano tiene un “cierre cognitivo”. Para el experto, la mente nunca entenderá determinados problemas o enigmas filosóficos como el problema de la relación cuerpo-mente que considera imposibles de resolver porque sus soluciones son inaccesibles para la mente humana.
En ese sentido, es posible creer que no se pueda expandir hasta el infinito la capacidad del cerebro humano. Por su parte, el diseñador estadounidense Buckminster Fuller describió en su libro «Critical Path» (1982) lo que se conoce como la “curva de duplicación del conocimiento”.
El autor sostenía que, hasta el año 1900, el conocimiento humano se había duplicado cada siglo. Para finales de la Segunda Guerra Mundial, el conocimiento humano se duplicaba cada 25 años. Cada vez, el incremento es más rápido y mayor. Desde la aparición del «internet de las cosas» se estima que la duplicación se está produciendo cada 12 horas.
Tecnología y conocimiento
En el pasado, las civilizaciones antiguas no solo usaban los dibujos rupestres para comunicarse, sino también para descargar los recuerdos en un “contenedor” más duradero que la mente.
Con la ayuda de la tecnología, la capacidades cognitivas del cerebro pueden ampliarse. Los órganos del cuerpo no tiene la capacidad de detectar los rayos X, las ondas de ultrasonido o gravitacionales.
Sin embargo, con la ayuda de dispositivos tecnológicos como el microscopio o las películas radiográficas, el hombre puede alcanzar esa información al “traducir” esos procesos físicos para que los órganos sensoriales los puedan codificar y entender.
Las matemáticas son otro tipo de tecnología capaz de expandir la mente humana. Su uso le ha permitido al hombre a representar conceptos y procesos complejos que no solo podrían sostenerse o visualizarse en la mente. De hecho, gracias a los trabajos matemáticos es posible predecir el clima hasta diez días sin el uso de ordenador.
Uno para todos y todos para uno
El hombre es un animal gregario, y por consiguiente funciona mejor en grupo. Lo mismo ocurre con el conocimiento y el cerebro. Un grupo de cerebros humanos son, sin duda mucho más brillantes e inteligentes que uno solo.
De modo que conocimiento en general no es producto de la mente de un solo hombre. De allí que las comunidades científicas trabajan en conjunto para resolver los enigmas de la ciencia y la realidad.
Adquirir y compartir el conocimiento ha sido fundamental en las sociedades modernas. Ahora con el uso de internet y las nuevas tecnologías las mentes de las personas se conectan y comparten información, datos y conocimientos sin ningún limitación. De manera que se está presente ante un crecimiento constante de expansión.
En la actualidad son muchos los estudios que buscan los medios para ampliar la mente humana. Una investigación de 2015, intenta conectar y crear interfaces cerebro-ordenador que permitan la expansión de sustrato de la mente.
De acuerdo con los científicos, si se llegase a construir correctamente el sistema se podría experimentar sensaciones y movimientos que solo se otorgan a otros animales.
Pero la búsqueda de la expansión de la mente humana no ha tenido lugar solo en la actualidad. El hombre ha querido siempre entender y extender sus conocimientos y de encontrar otras formas de desarrollar su inteligencia. Es el caso del programa que incluya el proyecto “Stargate” de la CIA.
El proyecto secreto Stargate
A mediados de los años 70, el gobierno de los Estados Unidos de América llevó adelante un programa secreto de unos 20 millones de dólares, conocido mayormente como Proyecto Stargate.
El programa fue apenas uno de los tantos que formaban un plan de investigación de visualización remota controlada como herramienta de inteligencia. El proyecto tenía como objetivo el desarrollo de habilidades psíquicas en agentes y personal a través de pruebas de metodologías de visualización remota.
De acuerdo con documentación desclasificada de la CIA, el proyecto constaba de dos actividades principales e independientes: una unidad de investigación y una unidad operativa. Esta última empleaba visores remotos dirigidos a entrenar y recopilar inteligencia de visualización remota.
En definitiva, el ser humano continuará ampliando sus conocimientos con el uso de nuevas herramientas y desafiando los límites de la mente. Pero, ¿serán infinitas las capacidades del cerebro humano?