Un verdadero calvario tuvo que sufrir este covarchino, nacido en las Cuevas de Vinromá (Castellón), un 17 de octubre de 1888, en el seno de una familia procedente de Teruel, que pronto se trasladó a Nules (Castellón), donde su padre había obtenido plaza de notario.
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Reseña biográfica
Desde muy joven quiso participar en política, militando en el tradicionalismo valenciano. Importante fueron sus colaboraciones periodísticas en el semanario carlista El Guerrillero, llegando a ser director el año 1909, desde donde entró a formar parte del Diario de Valencia, espacio desde el que realizaría una activa propaganda del catolicismo social. En 1918 fue nombrado director de dicho diario, cargo que ocupó hasta el estallido de la guerra.
Fue fundador y presidente de la Derecha Regional Valenciana, un convencido demócrata, firme defensor de la República, como modelo ideal de convivencia. Junto a José María Gil-Robles, fundó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), donde ejerció como vicepresidente. El 6 de mayo de 1935 fue nombrado ministro de Comunicaciones en el gobierno de Alejandro Lerroux; y de nuevo el 21 de septiembre la misma cartera en el gobierno de Joaquín Chapaprieta.
No conforme con el excesivo protagonismo de Gil-Robles, sus caminos se fueron distanciando, acercándose Lucia a los republicanos conservadores de Maura. Los tiempos eran difíciles y tras el asesinato de Calvo Sotelo, Lucia se traslada a Francia, de donde regresaría el 17 de julio de 1936, posicionándose al lado del gobierno republicano.
Para Lucia fue un auténtico drama el hecho de que la República no reconociera su sincera adhesión ni los franquistas, años después, no le admitieran entre ellos, tras años de militancia en las derechas. A pesar de lo cual, debido a sus antecedentes católicos y de derechas, fue detenido y encarcelado.
Tras el caos producido en la retaguardia republicana, se escondió, pero fue delatado y encarcelado en Valencia, de donde le trasladaron a Barcelona. De esta prisión fue liberado el 26 de enero de 1939 junto a otros presos de derechas ante la inminente caída de la ciudad, que tuvo lugar por un diplomático que se hizo pasar por guardia de asalto.
Tras la llegada de los rebeldes, fue encarcelado por estos el 14 de febrero de ese mismo año. Tras un juicio sumarísimo fue condenado a muerte, acusado de apoyar a la República, es decir al gobierno legal. El arzobispo de Valencia, Prudencio Melo, medió ante Franco, y este conmutó la pena capital, por la de treinta años de reclusión.
El 18 de julio de 1941, salió de la Cárcel Modelo de Barcelona, en dirección al destierro que habría de cumplir —esperanzado por poderse reunir con su familia, tras siete años de separación—, en Palma de Mallorca. Destierro que no llegaría a cumplir pues falleció en Valencia, a donde fue autorizado a trasladarse debido a un cáncer hepático, el 5 de enero de 1943.
Su muerte fue censurada por las prensas locales y nacionales. Silencio que se prolongó durante el franquismo.