La consultora británica Comparitech ha realizado un estudio sobre Las ciudades más vigiladas del mundo en el que aparece Madrid dentro de las cinco ciudades de la Unión Europea con mayor cantidad de cámaras en la calle, por detrás de Londres, Berlín, Varsovia y Viena.
Según el estudio, la capital de España tiene 4,42 dispositivos por cada mil habitantes. La cuestión es conocer el fin de tal despliegue de medios, ya que la vigilancia difiere de la mera observación.
Para poder llevar a cabo una vigilancia es necesario identificar a cada persona a través de un reconocimiento facial que se consigue mediante IA (Inteligencia Artificial).
Teniendo en cuenta que estos procedimientos afectan al ámbito íntimo y privado de cada persona, a nivel legislativo, este tipo de tecnología exige una protección superior a la proporcionada por las normas de protección de datos vigentes en España –el GDPR y la legislación nacional de protección de datos personales–.
La gran cantidad de información recopilada por estos sistemas de seguridad –que incluye no solo la identificación facial, sino los hábitos y las reacciones ante diferentes estímulos– es un objetivo claro de ataques informáticos, lo que pone en riesgo los derechos de las personas.
Por ello hoy en día es necesario realizar lo que llaman una «evaluación de impacto» para asegurar que el tratamiento de los datos recopilados mediante reconocimiento facial cumplen con todos los estándares de seguridad y se evita el acceso de terceros no autorizados.
Gracias a esto, es complicado que se de luz verde al la grabación de imágenes con reconocimiento facial. Este tipo de tecnología se aplica solo en determinados casos bien justificados, como calles en las que el índice de criminalidad es elevado, pero, como en todo, también existen casos en los que la instalación de este tipo de videovigilancia no tiene justificación.
Después de los escándalos relacionados con el comercio de datos privados por parte de Facebook y Cambridge Analytica con intereses políticos y empresariales, las diferentes potencias mundiales han empezado a prestarle mayor atención a todo lo relacionado con la recopilación de datos personales, y la videovigilancia facial es uno de los puntos que requiere de una mayor regulación.