¿Lo has notado? Hoy en día los mandalas están en todas partes. En las tiendas de meditación, en las librerías como una enorme cantidad de libros para colorearlas, incluso en Internet se consigue una gran variedad capaz de satisfacer todos los gustos. Pero ¿sabes realmente qué son y cuál es su origen y sentido?
La palabra mandala es de origen sánscrito y quiere decir “círculo mágico” o “círculo sagrado”. Para el hinduismo y el budismo representa el círculo de la vida, una combinación de orden y belleza creada a partir de figuras y colores.
Estas culturas han utilizado desde tiempos remotos el proceso creador del mandala como práctica de meditación, como una vía para reconectar el cuerpo y el espíritu. De hecho, a comienzos del siglo XX, Carl Gustav Jung, el reconocido psicoanalista suizo, comenzó a utilizarlos como instrumento terapéutico, por medio del cual se podía indagar en el inconsciente, popularizándolos de esta manera en el mundo occidental.
Quizás por eso en la actualidad los mandalas son utilizados como herramienta dentro de numerosas terapias psicológicas y de sanación, debido a los beneficios que pintarlos y obsérvalos aportan a las personas: un sentido de comunión estético, un ordenamiento visual que repercute en el interior.
Colorear mandalas es una forma de representación artística, que fomenta la creatividad y permite fijar toda la energía en un solo punto, liberando la atención y facilitando el proceso de la meditación. También es un ejercicio antiestrés que permite la desconexión de las preocupaciones del día a día, aportando un tiempo necesario para la introspección y el descanso. Sentarse a colorear contribuye a desarrollar la paciencia y fortalece la capacidad de atención, ayuda a ordenar los pensamientos y a calmar la mente.
Existe un contenido simbólico en cada uno de los colores utilizados para la creación de los círculos mágicos. Conocer esa simbología puede ser importante, así que antes de comenzar a colorear conviene tener en cuenta lo siguiente:
Los mandalas, una vez coloreados, proporcionan calma y placidez, y permiten exhibir el contenido inconsciente que muchas veces cuesta llevar a la palabra. De allí que hoy en día sean tan populares y que, a la larga, sirvan como una forma íntima de conectar la mente y el cuerpo, de enseñarnos a vivir en un presente continuo.