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Mayday: Nos invade el plástico

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El plástico es un material del que es prácticamente imposible escapar, ya que se encuentra en cada rincón de nuestra vida.

Actualmente se está convirtiendo en un problema crónico para las aguas de nuestro país y ya es un obstáculo para la vida a nivel mundial. Hasta tal punto es la situación de agónica que, según los especialistas, para el año 2050 el número de peces será sobrepasado por la cantidad de plásticos que habrá en los océanos.

Y para que quede constancia de la situación en la que intentamos adentrarnos, os propongo un sencillo ejercicio: ¿cuántos objetos que contienen plástico hay allí donde os encontráis en este preciso momento?

Seguro que os sorprendéis: desde el móvil a través del que nos estas leyendo, aparato del que no nos despegamos, hasta el cepillo de dientes –objeto que también debería ser inseparable–, pasando por nuestro calzado, llevan plástico en mayor o menor proporción.

1. Origen del plástico

El término «plástico»[1] proviene del griego «plastikos» que significa moldear o dar forma, algo que el ser humano ha perseguido desde que el mundo es mundo.

El primer plástico del que se tiene constancia como tal procede del ingenio del estadounidense John Hyatt. Y aquí viene la historia que no se esperan:

John Wesley Hyatt
John Wesley Hyatt (1837 – 1920)

En 1869, Hyatt[2], con la ayuda de su hermano, participó en un concurso promovido por la empresa americana de billar Phelan & Collander, que buscaba sustitutos para el marfil, el material básico para esta industria.

Los Hyatt, participaron con el invento que se conocerá como «celuloide» y que se convertiría en la fórmula alternativa a un material tan escaso como era el marfil en la época.

No obstante, el celuloide tenía unas características que lo hacía peligroso. Y es que resulta que el celuloide es un material altamente inflamable y, a la hora de echar una partida de billar, se corría el riesgo de que las bolas, al chocar, pudieran explotar. Por lo tanto, hacía falta mejorar la fórmula del plástico.

Esto fue posible gracias al belga Leo Baekeland, quien después de elaborar experimentos químicos en su laboratorio casero, nos legó la baquelita (1907): “el material de los mil usos”.

La baquelita está considerada como el primer plástico termoestable (que no se altera con facilidad por la acción del calor), un producto sintético, sencillo, económico y resistente, capaz de imitar todo tipo de artículos y que dio inicio a la «era de los termoplásticos».

Leo Baekeland
Leo Baekeland (Science History Institut)

Gracias a esta revolución, Baekeland sigue siendo considerado como el «padre de los plásticos modernos», y jugar una partida de billar ya no es un deporte de alto riesgo.

Poco a poco, el plástico se fue introduciendo en el mundo doméstico, entre las décadas de los años 30 y 70, con la aparición de inventos tan cotidianos como las medias de nailon, el teflón de las ollas y sartenes o el neopreno.

Pero si hay una creación que marcó un antes y un después en la vida de la población es el «polietileno» en forma de tupper ware, cuyo creador, Earl Tupper, lo describía como “arte por 39 centavos”.

Pero el plástico no solo es uno de los inventos revolucionarios de la vida moderna, sino también un serio y preocupante problema medioambiental.

Los 60 es la década de esta creciente preocupación por la problemática del plástico, ya que se generaban cantidades indecentes de residuos no biodegradables que se acumulaban en los vertederos, tal y como sigue ocurriendo a día de hoy.

Los plásticos invaden mares, océanos y ríos de medio mundo, y dejan imágenes como está:

Kilos de plásticos y basura flotante
Kilos de plásticos y basura flotante (National Geograghic)

2. Los plásticos acaban con la fauna marina

El ser humano no es consciente de hasta qué punto el plástico invade cada centímetro de su existencia. Y si no, que tire la primera piedra quien no tenga en casa el típico cajón repleto de bolsas de plástico de todo tipo y tamaño que acumulamos por si en algún momento necesitásemos transportar algo.

Actualmente, entorno a unos 8.300 millones de toneladas de plástico inundan las aguas de nuestro planeta tierra, y con especial virulencia en las partes acuáticas de éste.

Y, en el caso de nuestro país, el español medio abandona en torno a unos 30 millones de latas y botellas de plástico, según datos de Greenpeace del año 2015.

Ante esta acumulación inservible de elementos plásticos que se observa a nivel mundial, se suelen adoptar tres posturas. En torno a un 80% del plástico que ha llegado a manos humanas ha acabado en vertederos o directamente en el medio ambiente (ríos, mares, campos, parques, calles, etc.); un 12% de esos productos elaborados con plásticos son quemados (con la consiguiente contaminación); y solo un 9% ha sido reciclado.

Estas cifras, extraídas también de la web de Greenpeace[3], son sinónimo del gran problema de la sociedad, no solo con el plástico, sino con cualquier tipo de residuo más o menos contaminante. Y es que el ser humano, por definición racional, no es consciente del problema que supone el no reciclar.

El plástico inunda nuestras aguas
El plástico inunda nuestras aguas – Caballito de mar agarrado a un bastoncillo (Justin Hofman)

Este problema afecta especialmente a la situación de las aguas que componen las tres cuartas partes de nuestro planeta. Fundamentalmente porque la fauna marina suele convivir con este tipo de plásticos e incluso alimentarse de estos productos. Imágenes como estas no pueden dejar indiferente:

La contaminación de los océanos es una realidad más que patente a fecha de 2019, y se calcula que entre unos 5 y 13 millones de toneladas de plástico acaban en las aguas de todo el mundo[4].

Irremediablemente se nos plantea una pregunta, ¿el ser humano también consume plástico a través del pescado del que se alimenta?

3. La dieta que nadie se espera. ¿Comemos plástico?

El concepto a tener en cuenta y que es el responsable directo de que tanto la fauna marina y, en última instancia, el ser humano, consuma e ingiera plástico, es el de «microplásticos»[5].

Y es que hablar de desintegración del plástico no implica su desaparición total, nada más lejos de la realidad, sino de su descomposición en trozos microscópicos que son los que realmente se convierten en un problema.

Los datos así lo demuestran, tal y como aparece recogido en la siguiente tabla:

Plásticos, ¿cuánto tiempo tardan en descomponerse?
Infografía: Plásticos, ¿cuánto tiempo tardan en descomponerse? – Tabla realizada a partir de datos ofrecidos por Greenpeace

Objetos de lo más cotidianos que, especialmente en los primeros puestos de nuestra tabla, permanecerán y contaminarán el planeta incluso después de que nosotros mismos hallamos fallecido.

Objetos que se irán descomponiendo en trozos microscópicos que se convertirán en el alimento de la fauna marina y que, inevitablemente, acabarán en nuestros estómagos.

De hecho, tal es la envergadura que ha alcanzado el término «microplástico» que está considerado como uno de los temas más relevantes de 2018, según la Fundación del Español Urgente (Fundéu) cuya función es velar por la corrección del lenguaje en los medios de comunicación.

4. Nuestros antepasados, el mejor ejemplo de que se puede vivir sin plástico

Como ya hemos comentado, cada año acaban en el océano más de ocho millones de toneladas de plástico, un material que puede tardar siglos, o más, en desaparecer. Y la pregunta es obligada, ¿podemos seguir disfrutando de este invento sin destruir el planeta? ¿Existen alternativas al plástico?

Lo cierto es que sí, y basta con echar la vista atrás y recordar las costumbres anteriores a la década de los sesenta, momento boom de la producción en masa de plásticos a nivel mundial.

Y es que no hay mejor forma de combatir el plástico que su sustitución por productos como el papel de periódico, el cartón, la hojalata, los sacos de tela o el cristal para envasar y transportar todo tipo de artículos.

Tampoco podemos olvidar que este tipo de productos son contaminantes, pero, por lo menos, no invaden nuestras aguas ni asesinan nuestra fauna marina.

En definitiva, la falta de concienciación social con respecto al reciclaje es la raíz fundamental de este problema que ya podemos considerar endémico.

En las manos del ser humano está aprovechar este producto, que tanto nos ha facilitado la vida, sin poner en peligro nuestra existencia como especie.

Marta Lara es graduada en Geografía e Historia por la Universidad de Jaén. Enamorada de la radio y la historia, ha intentado fusionar ambas pasiones. Como bloguera cuenta aspectos actuales con tintes históricos para invitar a la reflexión en “Social y Periodismo”. Facebook | Twitter

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