En el año 1982 Camilo José Cela recibió el título de “Cartero Honorario”, lo hizo con el uniforme propio del oficio. La condecoración fue el broche más que merecido a los continuos guiños que hizo a la profesión a lo largo de su carrera literaria.
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Con posterioridad han recibido esta distinción Ramón Carande (1985), Antonio Mingote (1998), Sofía de Grecia (2013) y José María Cruz Novillo (2019). El título permite al premiado utilizar el uniforme del cuerpo de correos –eso sí sin sueldo– y el privilegio de disponer de una franquicia postal con matasellos propio.
El cartero por antonomasia de la literatura es, sin duda, Miguel Strogoff, el infatigable correo del zar, al que dio vida Julio Verne (1828-1905) en 1876. ¿Quién no ha viajado con él, en plena invasión tártara, los más de cinco mil kilómetros que separan Moscú de Iskutsk?
La providencia, y el autor francés, claro está, quiso que Miguel no lo hiciese solo, una joven de origen livoniano –Nadia Fedor– se convirtió en su inesperada compañera de viaje.
Año 2013. Un futuro distópico en el que la guerra nuclear ha reducido a grupos aislados a los seres humanos. No hay leyes ni autopistas, ni siquiera señales que permitan atisbar el más mínimo optimismo. Allí Gordon Kranz, un vagabundo que se gana la vida recitando poesías de Shakespeare, encuentra casualmente los restos de un camión de correos. A partir de ese momento decide marcase un objetivo en su vida: llevar las cartas a sus respectivos destinatarios. Esta es la trama de “El cartero”, la novela postapocalíptica del escritor estadounidense David Brin.
En 1934 se publicó la novela negra “El cartero siempre llama dos veces” de James M Cain. En ella se mezcla la violencia y la sexualidad hasta tal extremo que las autoridades bostonianas la consideraron irreverente y prohibieron su venta en las librerías.
Una fuerte atracción sexual, alimentada por prácticas sadomasoquistas, propician que Cora, una bella mujer casada con Nick Papadakis, y Frank, un estafador de media pluma, planeen el asesinato de el Griego. La trama se irá enmarañando hasta un punto inconcebible.
No podía dejar de aparecer en nuestro singular recorrido “El cartero de Neruda”, de Antonio Skármeta. Una novela publicada en 1985 y que se ha convertido ya en uno de los clásicos de la literatura.
En ella el escritor chileno, una de las máximas figuras de la literatura hispanoamericana, nos cuenta la historia de Mario Jiménez, un joven pescador que decide abandonar su oficio para convertirse en el cartero de Isla Negra. Se trata de un recóndito lugar en el que la única persona que recibe y envía correspondencia es el poeta Pablo Neruda, con el que entablará una relación muy especial.
Durante doce años Charles Bukowski (1920-1994) estuvo empleado en una sórdida y desalmada oficina de correos de Los Ángeles. En “Cartero” el irreverente escritor nos dibuja, con su estilo inconfundible, un fragmento de su vida bajo la máscara de Henry Chinaski, su alter ego. Una desgarradora, al tiempo que divertida, novela de uno de los máximos representantes del llamado realismo sucio.
Dejamos para el final al cartero más tierno de toda la literatura, Ibrahim. Un personaje que realiza su encomiable profesión con la ayuda de una motocicleta, que le permite acceder a los lugares más recónditos de Bagdad, una urbe invadida por la tristeza y la desolación. “El cartero de Bagdad” es una novela de Marcos Calveiro que hace las delicias de grandes y pequeños.