¿Quién no se ha asustado alguna vez? Seguramente cuando pasa lo primero que hacemos es abrir desorbitadamente los ojos y paralizanos. Quizá en otras ocasiones no solo los abrimos, sino que además mostramos una actitud defensiva.
Emociones:
Clasificación y descripción de todas las emociones humanas (listado completo)
Casi lo mismo puede decirse cuando nos enfadamos con intensidad: o nos paralizamos o atacamos. La diferencia se encuentra en la mirada: en este caso los ojos no se abren sino que, por el contrario, se cierran casi hasta la ceguera. Apenas logramos ver algo.
Esto es tan obvio que no lo asumimos como algo natural. Pero vale la pena hacerse la pregunta: ¿qué pasa dentro de nosotros que, ante ciertas emociones, nuestra forma de mirar se trastoca?
Una vez más, la ciencia al rescate
Este fue el detonante para que un grupo de científicos de la Universidad de Cornell, en los Estados Unidos, iniciara una investigación. Sus resultados fueron publicados en la revista académica Psychological Science en el año 2014 y no dejan a nadie indiferente.
La raíz del asunto es de naturaleza psicológica. Cuando una persona se enfada, la emoción le lleva a dedicarle su atención a aquello que ha originado el enfado, lo que permite tener control de qué hacer con ello sin ningún tipo de distracciones.
Esto explicaría por qué cuando nos entra la ira no somos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Por su parte, cuando sentimos miedo es porque, sobre todo, percibimos una sensación de peligro y, por lo general, toda amenaza de esta índole suele venir desde un lugar desconocido. En consecuencia, los ojos tienden a abrirse todo lo posible para ubicar de dónde proviene el ataque y qué opciones tenemos.
Por eso que consideran que, en realidad, dichos gestos no tienen un carácter comunicativo: son tan solo la respuesta inmediata que nos obliga a dar el entorno.
Leo ávidamente sus posteos. Más!! Gracias!!