El agua, como signo de purificación, es fundamental en muchas religiones. Judíos, cristianos y musulmanes se purifican antes de acceder a lugares sagrados o a sus templos.
Los judíos realizan los baños de purificación, conocidos como Mikve. Estos baños sirven para una purificación espiritual, algo de suma importancia en la vida del individuo, por lo que previamente se deben de lavar y peinar. Una vez aseados, descienden a la Mikve por los últimos siete peldaños.
La purificación del alma se realiza con la inmersión completa del cuerpo tres veces consecutivas.
Los hombres judíos suelen ir a la Mikve los viernes antes del Sabbat, que empieza al atardecer del viernes y dura hasta la aparición de tres estrellas en el firmamento la noche del sábado.
También es habitual que los varones realicen el baño de purificación antes de eventos importantes o grandes fiestas como el Yom Kipur (el día del Perdón).
Las mujeres están obligadas a tomar el baño de purificación cada mes, 7 días después de la menstruación, ya que se considera el momento más puro por encontrarse en su máxima capacidad para concebir.
También suelen acudir a la Mikve en ocasiones especiales, por ejemplo, durante el embarazo, después de un parto y antes de contraer matrimonio.
El día antes de la boda la novia debe entrar en la Mikve. Este baño es el centro de un momento íntimo, muy emotivo, y de transformación que suele compartirse con amigas y familiares femeninos. Es un momento de alegría compartida.
Prepararse para la Mikve implica mucho más que estar aseada, sin maquillaje, bien peinada y sin enredos en el cabello para que el agua circule completamente libre por todas partes. Implica sentirse preparada espiritualmente para realizar la completa inmersión.