Las ráfagas rápidas de radio (Fast Radio Bursts, más conocidos como FRB) son pulsos de radio de energía muy alta que tienen una duración de apenas unos milisegundos y que proceden del espacio profundo, más allá de la Vía Láctea.
Las FRB son un auténtico misterio astronómico que la comunidad científica ha intentado esclarecer durante la última década. Sin embargo, en una investigación liderada por Ryan Shannon (del Centro de Astrofísica y Supercomputación de la Universidad de Tecnología Swinburne, en Australia) se detectaron 20 nuevas ráfagas rápidas de radio y se estableció que el fenómeno es mucho más común de lo que se pensaba. Las conclusiones se publicaron en octubre en la revista Nature.
Hasta ahora, todos los estudios sobre las FRB se habían realizado mediante telescopios de diferentes sensibilidades y en entornos que estaban corrompidos por interferencias de radiofrecuencia debido a la actividad humana, como las procedentes de los hornos microondas. Todo esto impedía obtener resultados concluyentes.
En esta última investigación, el equipo de astrónomos australianos utilizó el radiotelescopio Australian Square Kilometre Array Pathfinder (ASKAP), situado en una zona desértica. Formado por ocho antenas relativamente pequeñas, el ASKAP les permitió cubrir una extensión mayor del firmamento, consiguiendo más alcance que en todas las búsquedas anteriores.
Tras realizar observaciones durante todo el año 2017 y dirigiendo las antenas en distintas direcciones, llegaron a la conclusión de que las FRB son un fenómeno común, llegando a la Tierra hasta 10.000 de ellos cada día. No obstante, su existencia no fue constatada realmente hasta el 2007 porque, al tener una duración de milisegundos, para detectarlos es necesario observar el lugar indicado en el momento justo.
Desde su descubrimiento, solamente se habían verificado 28 FRB, pero con este último estudio la cifra ha aumentado hasta 47. Además, durante la investigación detectaron la ráfaga más brillante jamás documentada, la cual expulsó la energía que liberaría nuestro sol en 80 años.
Basándose en este último dato, el equipo de investigadores concluyó que la teoría que relacionaba el origen de las FRB con la supuesta actividad de civilizaciones alienígenas es una propuesta inverosímil, pues ninguna civilización avanzada permitiría semejante despilfarro energético.
Los científicos siguen trabajando en descubrir el origen de las FRB, lo que sí han conseguido probar es que estas ráfagas rápidas de radio provienen del otro lado del universo.
«Las FRB pueden viajar miles de millones de años y atravesar una nube de gas, por ejemplo. Cuando esto ocurre, las diferentes longitudes de onda que forman las ráfagas se desaceleran en distintas cantidades. Finalmente, cuando llegan a la Tierra, sus longitudes de onda se propagan con ligeras diferencias de tiempo. A partir de estas diferencias podemos determinar cuánto material de la ráfaga ha viajado y cuánto se ha perdido entre las galaxias», explicó Jean-Pierre Macquart, coautor del estudio.
El número de antenas del radiotelescopio ASKAP se cuadruplicará el año próximo y los investigadores se centrarán en localizar la galaxia de origen de las FRB.