Mediante una operación de compra sin antecedentes en Alemania, Bayer compró en 2018 la totalidad de las acciones de Monsanto por una suma de 63.000 millones de dólares. El nombre de la compañía más odiada desaparece del mapa, pero no así sus productos y su tecnología.
Muchos analistas quedaron totalmente sorprendidos por el interés de Bayer, una empresa que –a pesar de tener un pasado cuestionado y que ha sido responsable de la fabricación de productos que han sido dañinos–, tiene una imagen respetable.
Al respecto, los portavoces de Bayer afirmaron que esta operación era conveniente porque les permite ampliar sus mercados en todos los continentes y porque la alimentación futura del planeta dependerá de la biotecnología, en lo cual se ha destacado Monsanto.
Bayer es una compañía alemana fundada en el año 1863 por Friedrich Bayer, que inicialmente se dedicó a fabricar tintes para las telas. A partir de los componentes químicos que utilizaban, surgió la posibilidad de sintetizar el Ácido Acetilsalicílico, que se obtiene de la corteza de sauce, y así nació el medicamento más famoso de todos los tiempos en el año 1897. Posteriormente, a partir del año 1925, Bayer formó parte un consorcio alemán que se llamó IG Farben.
Este consorcio, donde Bayer jugaba un rol primordial, fue vetado por los países aliados una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial debido a que se descubrió que había estado fuertemente involucrado con el nazismo. Aparte de financiar la construcción de campos de concentración, fue responsable de suplir fórmulas químicas experimentales que se probaron en los judíos, así como los gases para su exterminación.
Además de los productos tradicionales para el cuidado de la salud, antes de la compra de Monsanto ya Bayer contaba con una división de agroquímicos (pesticidas y fertilizantes), con los cuales ha tenido algunos problemas. Especialmente en el caso de un insecticida que, según investigaciones realizadas en Francia, es responsable de que estén desapareciendo las abejas.
La compañía Monsanto fue fundada en el año 1901 por un químico norteamericano llamado John Francis Queeny, convirtiéndose en la primera empresa a nivel mundial dedicada a la producción de semillas transgénicas. Especialmente para el desarrollo de grandes plantaciones de maíz, trigo y soja que se producen en diversos países y a partir de los que se elaboran múltiples productos que no advierten su origen, además del riesgo por los efectos de la agroquímica que acarrea su producción.
Estas semillas se comercializaban mediante una patente, que implicaba un contrato donde los agricultores pagaban por su uso, con la prohibición, bajo amenaza de demanda, de no reusarlas. Adicionalmente, el cultivo con este insumo transgénico requería de los pesticidas y herbicidas fabricados por Monsanto, que entraban dentro del paquete del acuerdo legal.
Aún cuando no está totalmente comprobado el daño que ocasiona el consumo de alimentos manipulados genéticamente, existen fundamentadas sospechas de que no son saludables. Al respecto, algunos experimentos con animales han demostrado que pueden ser perjudiciales. Tal es el caso de Austria, donde se llevó a cabo un estudio con ratones y el resultado fue que los alimentados con transgénicos resultaron menos fértiles.
Además, el uso de este tipo de cultivo atenta contra la biodiversidad; por ejemplo, en Perú existen alrededor de 3.500 variedades de patatas y, si los campesinos peruanos adoptaran la agricultura transgénica, se acabaría con esta riqueza natural, lo cual igualmente pasaría en muchísimos otros países.
Monsanto también fue líder en la producción de herbicidas. Uno de ellos, que lleva por nombre RoundUp, es elaborado con un químico conocido como glifosato, muy peligroso para la salud. En Estados Unidos han muerto muchas personas a raíz de su usoy Bayer, que es la responsable actual por todos los daños ocasionados, ha tenido que afrontar las demandas y pagar altas sumas de dinero a los afectados. Entre ellos, muchos casos de cáncer.
Uno de los capítulos más oscuros en la historia de Monsanto fue la fabricación de un herbicida conocido como Agente Naranja (por las franjas de los bidones en que lo transportaban), usado por Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, el cual tenía por objeto acabar con las selvas donde los vietnamitas se escondían y eliminar su acceso a los alimentos.
Esta potente sustancia fue considerada como un arma química por las Naciones Unidas y, aparte de matar a mucha gente (incluyendo norteamericanos), dejó secuelas en cuanto a una gran cantidad de niños que nacieron con diversos defectos congénitos.
Por otra parte, en el año 2005, se detectó el caso de un soborno a un alto funcionario en Indonesia para impedir una investigación sobre el algodón transgénico, resultando Monsanto multado y obligado a pagar 1.5 millones de dólares.
Adicionalmente, Monsanto estuvo envuelta en múltiples casos de espionajes. La propia empresa Bayer ha declarado que se encontraron listas con nombres, direcciones, teléfonos, y actividades que desarrollaban personalidades de los gobiernos, científicos y periodistas de diversos países, entre los que estaba incluida España, con la intención de medir su posible influencia para favorecer las actividades de la compañía.
En la página web de Bayer se hace énfasis en la sostenibilidad del planeta y, simultáneamente, promueve el uso de los cultivos transgénicos, indicando sus bondades en cuanto a que garantizan la nutrición de millones de personas a futuro, ya que las plantas cultivadas con este sistema son más resistentes, se adaptan mejor a cualquier entorno y mejoran la competitividad de los productores.
Igualmente, se están ejecutando varios proyectos, entre los que hay cuatro en España: Citrus Project, Fruits and Vegetables Project, Table Grape Project y Peaches and Nectarines Project.
Al mismo tiempo, aparecen diversos artículos en distintos medios resaltando las cualidades de la biotecnología agrícola y destacando que con ella se requiere menos terreno para la siembra, que el productor obtiene mayores ganancias y que, por la alta producción que permite, los precios en los mercados serán mejores.
Por otro lado, muchos países están aceptando la implementación de esta tecnología en sus mercados, como por ejemplo Argentina que, a finales de 2020, aprobó la comercialización del trigo transgénico.
Bayer es una empresa más ética que Monsanto, pero por algo hizo la adquisición más cara de la historia alemana y, de acuerdo a sus propias declaraciones, cree firmemente que las semillas transgénicas garantizan la alimentación de la humanidad. Así que Monsanto ha muerto, pero sigue vigente su ideología, que se topa de frente con la lucha de los movimientos verdes, que defienden la producción agroecológica sin la utilización de insumos manipulados ni productos químicos.