El concepto de «No lugar» de Marc Augé que habla mucho de la sociedad, la modernidad y la cultura del ser humano visto desde los lugares que frecuenta y cómo es su comportamiento en ellos. A continuación, un resumen de los no lugares:
Metarrelatos:
Definición y ejemplos de metanarrativa en la modernidad y la posmodernidad
Un no lugar es un espacio en el que van las personas, pero en el que no ocurre ningún tipo de interacción humana espontanea, genuina o trascendente.
El no lugar suele ser una ubicación intercambiable y de mucho tránsito que, de no ser por el flujo de personas, pierde sentido o razón de ser.
En este tipo de lugares todos los rostros son desconocidos y las personas se desconectan de sí mismos para hacer uso de ellos, sin darse cuenta.
Según la definición de auge, un lugar antropológico, es aquel que tiene una cualidad histórica, de identidad fácilmente identificable, que es vital o en donde las personas se relacionan con su humanidad.
En contra parte, un no lugar es aquel con el que cuesta identificarse de una manera individual, que no aporta nada más a la identidad de las personas más que el simple hecho de poder utilizarlos por su misma naturaleza.
Mientras que un parque público es un lugar, porque en él se construyen relaciones humanas profundas, se queda con personas, se reúne la familia, se conocen nuevos rostros frecuentes o se forman historias; un autobús de transporte público es un no lugar porque en él las personas van absortas en el anonimato, no interactúan entre ellas y solo están ahí porque es un medio para llegar a su destino siendo, de alguna manera, un escenario contextual irrelevante.
No es por pura casualidad que el libro que da origen a este término lleve como subtítulo <<Una antropología de la sobremodernidad>>
Ya que en estas locaciones las personas pierden su identidad, así como el peso que representa ser un individuo con sus respectivos dramas modernos, los no lugares son espacios perfectos para retratar a la época moderna en su calidad de refugios del mundo exterior.
Caras adormecidas en los dispositivos electrónicos mientras un vagón de tren cruza a toda velocidad la ciudad, masas de rostros apresurados con vasos de café en la mano que cruzan la avenida, personas que van de un lado a otro en un centro comercial sin pensar en nada en particular…
La modernidad se ha vuelto una fábrica de no lugares, capaces de atraer a masas de absortos transeúntes casi sin que estos se den cuenta.
Bajo esta interpretación, los no lugares siguen creándose en todos lados y representan una reflexión ideal para hacer críticas a la falta de atención generalizada del humano moderno a los espacios y a lo que representa la interacción con otros seres humanos.
Lo mencionado anteriormente es uno de los grandes motivos por los cuales este interesante término se ha ido difundiendo cada vez más, por lo menos más que hace 20 años, donde los no lugares eran tan pocos y específicos que costaba entenderlos.
El autor fue un antropólogo francés llamado Marc Augé nacido el 2 de septiembre de 1935 en Poitiers.
Su concepto nació del estudio y análisis de los no lugares, es decir, sitios donde no había nada que estudiar, haciendo una reflexión de la modernidad, de su efecto sobre las personas y concluyendo que no hay lugar más alto que aquel donde se pueden crear relaciones humanas valiosas.
Este etnólogo fue profesor en la prestigiosa EHESS (Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, por sus siglas en francés), así como director de del Centro Nacional para la Investigación Científica.
Este autor destaca por otros escritos importantes además de <<Los no lugares, Espacios de anonimato. Antropología de la sobre modernidad>> como, por ejemplo:
Un no lugar tiene características únicas, que no deben confundirse con el opuesto a un lugar. Las características más importantes que se extraen del significado de auge con respecto al no lugar son:
Los no lugares son espacios impropios, sin relevancia o básicamente contextuales, donde las personas están ahí solo porque su tránsito es necesario, por lo que el individuo ni siquiera los toma en cuenta.
Muy posiblemente, todo espacio al que una persona asista y de los que no se pueda recordar nada al salir de ellos son no lugares, al menos desde la interpretación individual.
Otra forma de entender esta referencia es imaginándose un pasillo concurrido, que no tiene puertas o elemento demasiado llamativos; su única función es permitir el paso de un lugar a otro.
En este no lugar las personas pueden transitar todos los días y probablemente no recuerden otra cosa más que personas (sin rostros específicos) pasando. Si el tiempo se detuviera en ese pasillo cada vez que la persona sale y se reactivase cuando regresara, nunca lo notaría, porque no ha dejado ninguna referencia o marca en su ser. Es un no lugar.
En los no lugares, todas las actividades son transaccionales, si es que las hubiera. Indicar datos mínimos al dependiente de la tienda, pedir permiso al tomar un asiento, disculparse al tropezar (sin fijarse a quien ha sido), sentarse a esperar para tomar un transporte…
Un no lugar es usado para una función en específico y existen básicamente para ese fin o propósito.
Todos los no lugares son subjetivos porque, tal vez, puede darse el caso de que para un grupo en especial sean sitios de reunión o esparcimiento.
Una esquina de un barrio cualquiera pudiera ser un no lugar para los transeúntes que pasan de manera descuidada. Para los jóvenes del sector pueden ser un lugar de reunión y juegos. Dependiendo de qué tan flexibles seamos con la definición este puede ser, y no, un no lugar al mismo tiempo.
Siendo específicos, un no lugar se caracteriza por tener componentes que son muy difíciles de asimilar como propios.
En los no lugares suele haber una sensación de reflexión generalizada, de ensimismamiento o desconexión de la individualidad, para formar parte de un conjunto que, a su vez, no interactúa consigo mismo.
Un no lugar suele ser un espacio que no posee ninguna referencia histórica. Son sitios de los que se tienen pocas referencias y que tampoco suelen dejar ninguna, al menos de manera común.
Veamos algunos ejemplos de no lugares para darle aún más forma a este concepto.
El aeropuerto es uno de los ejemplos de no-lugar más representativo de todos, también uno de los más fáciles de entender. Las salas de espera, caminar por largos pasillos sin interactuar o hacer particularmente nada, abordar un vehículo para ir a un lugar lejano.
Es un sitio de tránsito, que no tiene importancia real o una trascendencia contextual mayor más que el paso de personas.
Seguramente quienes conducen durante largas horas por las autopistas se habrán fijado que han ido en automático, sin darse cuenta cuando llegaron a su destino. Sin pensar en nada, sin interacción o trascendencia más que llegar al lugar al que se quiere ir.
Muchas estaciones de metro tienen estos angostos pasillos que van de una sala a otra o directamente a la entrada/salida. Este es otro gran ejemplo de un no lugar. Un sitio que está definido solo por el paso de la gente y nada más.
Los centros comerciales son polémicos, porque algunas fuentes sugieren que, para los jóvenes de la posmodernidad, estos son lugares, porque los usan para quedar con amigos, divertirse o para conocer personas.
En líneas generales, la gente adulta no tiene esta misma concepción y esto también varía según el país o región. Pero, según indica su autor, los centros comerciales son la encarnación de un no lugar.
Todas las salas de espera pueden considerarse como no lugares, porque son transitorias y la estadía en dicho lugar es obligatoria o, al menos, forzada por las circunstancias. Nadie va a propósito a una sala de espera solamente a pasar el tiempo; permanecen porque es necesario para llegar a un lugar importante en su agenda.
Los supermercados se consideran no lugares porque son transaccionales y de uso vital para conseguir provisiones, más no representan un objetivo en sí mismo o sirven de esparcimiento.
Es común recorrer los pasillos con una lista de pendientes en la mente (o en papel) y realizar mínima interacción con el resto de las personas hasta salir. Son un contexto.
Las habitaciones de hoteles son no lugares porque en ellos no se vive, solo se está en dicho espacio por un tiempo específico.
Tal como se ha mencionado al inicio, el transporte público, así como las estaciones, suelen ser no lugares. Son espacios de tránsito que permite al individuo absorberse en sí mismo hasta que llega a su destino. En ese momento, tanto el lugar como los otros pasajeros son contextuales.
La teoría de los no lugares de Marc Augé describe esos sitios por donde transitamos con frecuencia, pero que no notaríamos. Aunque suene irrelevante, el término ha sido una imagen perfecta de la modernidad y sus consecuencias en el comportamiento de las masas, des individualizadas y carentes, cada vez más, de espacios públicos en los que vivir interacciones humanas trascendentes y reales.