Seguramente habrás oído hablar del Pasaje de Drake, una de las regiones marítimas más hostiles y difíciles de navegar el mundo entero. Se trata del lugar en donde se juntan dos Océanos: el Pacífico y el Atlántico (en realidad con el Mar de Scotia), y donde se separan la América del Sur del bloque helado de la Antártida. Es, además, uno de los lugares más al Sur del mundo que existen y el cruce más corto para enrumbarse a hacia el Polo Sur (si por alguna razón uno tuviera que hacerlo).
El pasaje toma su nombre del famoso corsario Francis Drake, quien en 1578 lo habría visitado a bordo del Golden Hind, luego de cruzar el estrecho de Magallanes. En España también se le conoce como mar de Hoces, en homenaje a Francisco de Hoces, navegante español a quien se le atribuye el descubrimiento del pasaje en 1526.
¿Cómo es el pasaje de Drake?
Obviamente se trata de un mar muy frío. Ubicado aún más al Sur que la Tierra del Fuego, posee una extensión de menos de un kilómetro de ancho, lo cual reduce considerablemente las posibilidades de maniobra, aún más si se considera que en ciertas épocas se encuentra cubierto en buena medida por una capa de hielo. Además, es totalmente a mar abierto excepto por las diminutas Islas Diego Ramírez, ubicadas a unos 100 kilómetros al suroeste, de modo que un naufragio carecerá de opciones inmediatas de tierra firme.
El primer viaje hecho a través del pasaje del que se tiene documentación comprobada es del marino holandés Willem Schouten a bordo del barco Eendracht. Ya en esa época quedaba registro de su enorme volumen de agua, de casi seiscientas veces más que el río Amazonas, río considerado el más caudaloso del mundo. Estas aguas constituyen el terror de los marinos con sus olas de más de diez metros de alto y sus frecuentes tormentas con vientos huracanados. Un verdadero reto para expertos.
¿Y por qué arriesgarse por allí?
Si bien puede ser poca razón para tanto peligro, el Pasaje de Drake es conocido como un lugar idóneo para el avistamiento de ballenas de distinto tipo, así como de delfines y aves marinas. Lo cual conlleva un potencial económico pesquero. Por otro lado, forma parte de un territorio largamente disputado entre Chile y Argentina, dado que la distribución fronteriza a lo largo de estas latitudes repercute en la repartición del territorio de la Antártida, fuente potencial de riquezas minerales y estratégicas. La distribución fronteriza actual fue fijada en 1984 a través del Tratado de paz y amistad entre ambas naciones, en el que se fijó el límite en el meridiano que pasa por el Cabo de hornos. Como se verá, es mucho más que una mera curiosidad geográfica.
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