Una de las obras más conocidas y enigmáticas de la obra del genio italiano Leonardo DaVinci, la Gioconda o Mona Lisa es uno de esos elementos de la cultura clásica que se han integrado muy bien a la cultura pop contemporánea.
Pintado entre 1503 y 1506 y propiedad del Estado francés desde el reinado de Francisco I en el siglo XVI, se muestra hoy día en el célebre museo del Louvre de París, desde donde intriga a sus millares de espectadores cada día.
¿Por qué tiene ese título?
Mucho se ha especulado sobre su título, que podría traducirse en castellano como “la traviesa” o “la alegre” (asumiendo que proviniera del verbo giocare, “jugar” en italiano), lo que refuerza el enigma de su sonrisa apenas visible.
Sin embargo, el sentido más claro de este título parece apuntar al nombre de la modelo, la florentina Lisa Gherardini (de ahí el “Mona”, tratamiento de respeto en la Italia renacentista), mujer del banquero napolitano Francesco Bartolomeo de Giocondo.
Otras interpretaciones afirman que la retratada es Constanza de Ávalos, duquesa de Amalfi, poetisa y erudita napolitana, y teorías aún más delirantes apuntan a que se trata de un autorretrato del propio Leonardo DaVinci.
¿Qué pasa con su sonrisa?
Este es otro de los puntos álgidos del retrato. La sonrisa es discreta, etérea, y después de mirarla fíjamente es imperceptible. Expertos afirman que debido al tratamiento magistral de la perspectiva en el cuadro, la sonrisa se produce al mirar cualquier parte del cuadro excepto la boca misma, caso en el cual desaparece misteriosamente frente a nuestros ojos.
Otro tipo de especulaciones suponen que esa sonrisa tan particular es producto de la falta de los incisivos de la modelo o incluso a su posible embarazo.
Según los resultados que la publicación inglesa New Scientist ofreció de una investigación de la Universidad de Amsterdam, la sonrisa transmite una mezcla de felicidad, disgusto, miedo y enfado, en ese orden de predominancia. El estudio fue realizado con un software de reconocimiento facial de última generación.
El robo de la pintura más famosa del mundo
La Gioconda fue robada del Louvre en 1911 por el pintor italiano Vicenzo Perrugia, y recuperada dos años más tarde. La indignación general respecto del robo se debía tanto al deseo de apropiarse de la obra como a los daños posibles sufridos por la misma durante el robo, ya que el cuadro se mantiene en un espacio altamente controlado y bajo régimen de evaluación constante, a fin de evaluar y anticipar su deterioro.
De hecho, a partir de 2005 se encuentra tras una vitrina antibalas en una sala de humedad y temperatura controladas, cuyo acondicionamiento tuvo un costo de 6 millones de dólares aproximadamente. Allí, donde se encuentra actualmente, recibe más de 6 millones de visitas anuales.
¿Y a ti qué te sugiere la sonrisa de la Mona Lisa? Ahora que manejas esta información sobre el cuadro más famoso del mundo, sería una buena idea compartirla con tus contactos y redes sociales. ¡Anímate!