¿Hay un ideal educativo para formar a los ciudadanos intelectual y personalmente? Los griegos diseñaron la paideia, la máxima aspiración griega en términos educativos. Isócrates fue el precursor de este proyecto pedagógico.
El objetivo principal era el de formar a la ciudadanía. Para Isócrates, las doctrinas fundamentales que sustentaban este ideal educativo eran dos: la areté, la cual se alcanzaba cultivando virtudes como la nobleza, el orgullo o la bondad, así como respetando a los dioses; y la techné, que aglutinaba la formación física, artes como el canto, dominio del lenguaje, saber convivir…
Aristóteles, considerado uno de los padres de la filosofía, dio gran importancia a la música dentro de la educación, ya que en ella veía contenido ético y desarrolló la teoría de ethos, entendida como la transformación del ser mediante la música. De ahí su importancia en la integración dentro de los saberes educativos.
La Institutio oratoria fue la obra educativa cumbre de Quintiliano, tomada por todos los docentes para instruir a la sociedad coetánea. Entre las bases fundamentales de la programación estaban la formación del gobernante culto y educado al igual que el ciudadano, para poder sustentar una democracia efectiva con total equidad intelectual.
El propósito ético y la preparación para un posible liderazgo futuro estaban en la cúspide formativa. La retórica o el arte de hablar bien, ‘il bel parlare’, eran la pieza consustancial de la educación en esa formación con vistas a una futura labor pública.
Muchos clásicos tenían en común el pensamiento que la labor docente no debía cesar una vez acabara la infancia. El proceso educativo tiene que ser un aprendizaje continuado incluso una vez que se llegue a la vejez, donde cambia esa asimilación educativa pero no se deja de “aprender y progresar”, como afirma Feliciano Villar, doctor en psicología evolutiva de la Universidad de Barcelona.
El legado griego de formación de la ciudadanía también fue estudiado por Werner Jaeger en los años treinta y lo plasmó en «Paideia: los ideales de la cultura griega«, quien en su obra hace un compendio de todos los saberes impartidos por los griegos para conformar al ciudadano perfecto.
Jaeger cuestionó si las universidades y otras instituciones de la cadena educativa contribuyen en la tarea de formar intelectualmente y personalmente.
Una buena política es la base para formar un sistema educativo eficiente y capaz de dotar de calidad formativa a los ciudadanos de una nación.
Los informes PISA (Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) realizados por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) muestran el rendimiento de los estudiantes a nivel mundial en los campos de ciencias, habilidad lectora y matemáticas.
Los últimos resultados publicados en 2016 colocan en primer lugar a Singapur, seguido por Japón, Canadá, China y Estonia. Los países asiáticos destacan por tener los sistemas educativos más competitivos del mundo. En el otro lado de la moneda, los resultados más paupérrimos son para República Dominicana, Kosovo, Argelia y Líbano, la desigualdad de oportunidades es pieza fundamental en el resultado final.
La educación es un tema que genera grandes controversias y siempre suele estar sujeto a modificaciones, especialmente en las sociedades occidentales. Para los clásicos, el concepto de “educación” se compone de dos dimensiones, una interna y otra externa, de la formación humana en todos los niveles.
Si intentamos poner en práctica la paideia se tendrían que reconsiderar y restablecer muchas de las bases que conforman la cadena educativa. Son muchos los críticos que afirman que atrás quedaron valores éticos o heroicos imprescindibles en la formación interna del hombre como sostenía el intelectualismo moral de Sócrates:
«Sin conocimiento, la virtud es inviable».