Comenzaremos nuestro recorrido por el número 1, la llamada Casa del Cordero, en alusión a su promotor. Al parecer le tocó la lotería nacional y con el dinero construyó el primer gran bloque de viviendas de Madrid, en el que diferenció partes para diferentes clases sociales. Allí hubo un hostal donde se alojó el escritor Hans Christian Andersen, tal y como recuerda una placa.
Un poco más adelante, en el número 10 está la pastelería El Riojano, que todavía tiene un gusto clásico en su interior, conserva sus mármoles de Carrara y la madera de caoba traída de América, así como una máquina registradora de finales del siglo XIX. Su producto estrella son unas pastas en forma de “C” y sabor a limón que fueron bautizadas como las de “los consejos”, puesto que eran elaboradas para servirlas cuando se celebraba el Consejo de Estado.
Por la calle de la amargura
Siguiendo por la acera de los pares, en el número 16 se encuentra el edificio de la Antigua Compañía Colonial, que traía de América café, té y cacao. Dado que se dedicaba al comercio, en su fachada aparece una escultura del dios Mercurio, con sus símbolos parlantes: una vara con dos serpientes enrolladas y unas alas.
A la altura del número 39 se ubica la tercera entrada a la plaza Mayor, por la calle 7 de julio. Antiguamente se conocía como la calle de la Amargura, la cual dio lugar a un dicho muy popular: “traer por la calle de la amargura”. Al parecer su origen hay que buscarlo en que era precisamente en este lugar había una prisión en la que los reos aguardaban ser ajusticiados en la plaza Mayor.
Siguiendo por la calle se llega a la afamada Plaza de la Villa, en la cual se encuentra la Casa de la Villa, que fue construida en el siglo XVII para albergar el consistorio madrileño, y la Casa de Cisneros, de estilo renacentista, una de las más antiguas de la ciudad (siglo XVI) y en la que estuvo preso Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. Si observamos con detalle hay un pasadizo elevado que conecta la Casa de la Villa con la Casa de Cisneros, si cruzamos bajo el mismo salimos a una plaza sin nombre.
Una receta de Miguel de Cervantes
En la plaza de la Villa también se encuentra la Torre de los Lujanes, de tres alturas y una torreta que la corona. En ella estuvo preso el rey Francisco I de Francia tras ser capturado por las tropas de Carlos V. La leyenda cuenta que el francés no quería inclinarse ante el emperador, motivo por el cual éste mandó hacer la entrada de la torre muy pequeña de modo que le obligara a agacharse al entrar.
Junto a la Torre de los Lujanes hay una casa de estilo mudéjar y una placa en la que se recuerda que fue Enrique IV de Castilla quien concedió a Madrid el título de Noble y Leal Villa, motivo por el cual la plaza conocida del Salvador pasó a llamarse Plaza de la Villa.
En el número 59 se encuentra la farmacia más antigua de Madrid –la Farmacia de la Reina Madre- que fue inaugurada a mediados del siglo XVI por un alquimista veneciano. Esta farmacia abasteció a la Casa Real durante décadas y aquí se vendieron las primeras quinas traídas de América junto a otros fármacos como el afamado extracto de momia egipcia. En estos momentos tiene un museo que atesora libros antiguos y 1600 recetas, una de ellas a nombre de Miguel de Cervantes.
Cuando era calle Mateo Morral
En el número 61 se encuentra la casa en la que vivió Calderón de la Barca, se la conocía como la “casa estrecha”, porque tenía menos de cuatro metros y medio de ancho. Muy cerca de este edificio, en el cruce con la Calle de los Milaneses se encuentra una escultura llamada “Accidente aéreo”. Para verla hay que elevar la vista a los áticos, allí hay una estatua de un hombre con alas –el personaje Ícaro o un ángel caído- que se encuentra boca abajo y que tiene un peso de 300 Kg.
La calle de los milaneses debe su nombre a dos empresarios procedentes de Milán que establecieron en ella su negocio de relojes en el siglo XVII. Fue allí donde se fabricaron los primeros relojes de bolsillo de la ciudad.
A la altura del número 88 hay un monumento dedicado a las víctimas del atentado que sufrió el rey Alfonso XIII el día de su boda, cuando un anarquista (Mateo Morral) lanzó una bomba. La comitiva nupcial realizaba un recorrido que iba desde la iglesia de los Jerónimos hasta el Palacio Real. La bomba tropezó contra el tendido del tranvía, rebotó, y mató a veintiocho personas.
De todas formas, el monumento que recuerda el intento de magnicidio no fue el primero en levantarse, ya que tan solo dos años después del atentado se mandó colocar otro con el nombre de las víctimas que fue derribado durante la Guerra Civil española. Precisamente durante esos años, la calle Mayor fue rebautizada con el nombre de calle Mateo Morral.