Se entiende por Síndrome de Estocolmo la reacción psicológica paradójica que experimentan algunas de las víctimas de secuestros en las que éstas desarrollan un vínculo afectivo con el secuestrador.
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El autor de este nombre fue Nils Bejerot quien, en 1973, observó las reacciones de los rehenes de un atraco a un banco perpetrado en Estocolmo por Jan Erik Olsson. Quién iba a decirle en ese momento que pasaría a la historia de la psicología por ayudar a crear este término. Y es que varias de sus rehenes aseguraron al ser liberadas que no habían tenido miedo y que habían sido tratadas bien. No mostraban rencor hacia su captor.
Tan solo un año después se vivía un episodio de Síndrome de Estocolmo llevado a las últimas consecuencias, cuando Patty Hearst, una rica heredera estadounidense fue secuestrada por un grupo terrorista de extrema izquierda, denominado Ejército Simbiótico de Liberación. Patty, acabó uniéndose a él y sumando esfuerzos para la causa, que era la lucha contra el sistema que en aquel entonces lideraba Richard Nixon desde la Casa Blanca.
Del campus de Berkeley a un armario
Era el 4 de febrero de 1974 cuando nuestra protagonista, de 19 años, residente en el campus universitario de Berkeley, California, abre la puerta de su apartamento a la llamada de una pareja que resultan ser dos terroristas. Es reducida con violencia y a punta de pistola, encerrada en el maletero de un Chevrolet que habían robado previamente.
Pero, ¿quien es Patty Hearst? Hablamos de la nieta del magnate del periodismo estadounidense, Randolph A. Hearst, padre de la prensa sensacionalista. Evidentemente la repercusión mediática que tuvo aquel hecho fue de primer orden. Una millonaria heredera había sido raptada. Todo el mundo estaba pendiente de la resolución de aquella trágica historia.
El primer paso que se preveía era la petición de un rescate. Y el grupo terrorista pretendía la liberación de dos prisioneros del grupo que se encontraban encarcelados en San Quintín. Ante la negativa de la policía a someterse a tal chantaje, los terroristas cambiaron de estrategia, algo extraño en estas circunstancias, exigiendo, esta vez a la familia de Patty directamente, la entrega de comida a un sector desfavorecido en el área de la bahía de San Francisco. Antes de aceptar el trato, la familia pide pruebas del estado de Patty y al comprobar su perfecto estado invierten dos millones de dólares en el cometido, sin lograr al final la liberación de su hija.
Me habéis convencido, quiero ser anti sistema
Algo muy raro estaba pasando en ese secuestro. Y la gran sorpresa llega cuando el 3 de abril de ese mismo año, los padres de Patty reciben una grabación de audio de su hija en la que les anunciaba que se unía al grupo terrorista y lo hacía con su nuevo nombre de guerra, Tania, en honor a la que había sido compañera del Che Guevara, la guerrillera argentina Tamara Bunke. Si el propio secuestro había conmocionando a la sociedad estadounidense qué decir de esta bomba informativa.
La voz de Patty era nítida y no parecía reflejar coacción alguna. Y la locución terminaba con un enfático «Patria o muerte. Venceremos», en un perfecto castellano. La cara de sus progenitores debió ser un poema. Una niña mimada, que tenía de todo en una vida de lujo, de repente formaba parte de un grupo terrorista.
Ahí comenzaba su nueva vida en el mundo de la delincuencia. A los pocos días la banda participa en un atraco a un banco de San Francisco. Las cámaras de seguridad recogen la imagen de Patty entrando en la sucursal y portando un arma. En ese momento cambia su estatus de secuestrada a delincuente.
Pero su carrera delictiva continúa y en mayo se vio implicada en un tiroteo en una tienda de Los Ángeles. El 18 de septiembre de 1975 fue detenida por el FBI en San Francisco, terminando sus 18 meses de aventura. Como no podía ser de otra forma, las imágenes de su arresto volvieron a saltar a las primeras paginas informativas.
Síndrome de Estocolmo
Si el secuestro, el anuncio de su unión al grupo terrorista y su arresto habían sido ampliamente cubiertos por la prensa, que decir del juicio. La defensa basó la misma en el famoso Síndrome de Estocolmo y que habida sido obligada unirse a la guerrilla. Pero la estrategia de la defensa no tuvo efecto y nuestra protagonista fue condenada a siete años de cárcel, de los que solo cumplió dos, pues en 1979 se benefició de un indulto firmado por el presidente Jimmy Carter y en 2001 Bill Clinton le otorgó el perdón completo.
Años después, Patty Hearst confesó que los primeros dos meses de su secuestro había estado encerrada en un armario y había sido victima de todo tipo de abusos así como de un intenso lavado de cerebro.
Hoy cumple el papel para el que parecía haber estado destinada, miembro de la alta sociedad neoyorquina y, gracias a su fortuna, se dedica a realizar obras de caridad y a la crianza de perros de raza. Hace unos años ganó el primer premio en la exposición canina de Westminster Kennel Club en Nueva York, con “Rocket”, un perro de la raza Shih Tzu. Por supuesto, habiendo dejado atrás sus aires revolucionarios.