La evolución ha producido variedad de especies, desde pequeños y unicelulares hasta gigantes con vértebras del tamaño de un submarino. Cada especia es tan distinta de las otras, que la ciencia nunca deja de descubrir cosas nuevas y de sorprenderse con las miles de formas y características que los animales pueden tener.
Tiburón vegetariano:
Un increíble descubrimiento que se ríe de la cadena alimentaria
El pez que hoy nos ocupa es uno de esos animales raros, difíciles de describir y que ha sorprendido a los pescadores y también a la comunidad científica desde que atraparon a uno de ellos por su extraña forma.
Al principio da la impresión de ser un pez incompleto, al que le han cortado la cola. Se trata del pez luna (mola mola) que es, además, entre los peces con esqueleto óseo, el más grande de todos lo que surcan los mares.
El pez luna es muy, muy grande. Se han encontrado ejemplares que llegan a los cuatro metros. Los adultos dan la clara impresión de ser medio pez, porque evolutivamente han perdido la mitad trasera de su cuerpo.
Debido a tal adaptación, sus aletas dorsal, ventral y caudal se han fusionado en una misma membrana que se conoce como clavus y que es poco eficiente para nadar con velocidad. Esta es la característica más notable del pez luna a primera vista.
Al estudiar su anatomía interna, se descubrió que el sistema óseo contiene muchas menos vértebras que otro tipo de peces, lo cual también es un rasgo muy raro.
Pero, además, el pez luna tiene un pequeño cerebro conectado a una médula espinal de apenas 25 centímetros de largo, inusualmente pequeña. Es como si la espina dorsal de un humano midiese solo 10 centímetros.
Por otra parte, sus dientes se han fusionado, creando cuatro poderosas placas que son capaces de cortar casi cualquier cosa. Por suerte, este gigante no ataca a los humanos.
Este pez puede encontrarse en todos los océanos del mundo, así que tiene muchos nombres. En inglés recibe el de sunfish (pez sol) debido a su costumbre de “acostarse” para tomar sol muy cerca de la superficie. Se cree que hace esto para calentarse y soportar las bajas temperaturas con las que lidia en las profundidades.
Los encuentros entre los buzos y el pez luna –que también sirven para comprobar su enorme tamaño– ponen de manifiesto su carácter tranquilo y su indiferencia ante los humanos, ya que sigue nadando imperturbable.
El pez luna come plancton, así que aspira agua para filtrarla y obtener su alimento. Lamentablemente, y como ocurre con la mayoría de peces, el mola mola está sufriendo tremendamente por la presencia de plásticos y microplásticos en el agua.