El lejano Oriente ha dado al mundo valiosos tesoros en diferentes ámbitos, siendo el arte uno de los más preciados de toda la historia. Y es que las obras de arte oriental son una de las expresiones más fascinantes de las milenarias culturas asentadas en el continente asiático. Uno de los más destacados géneros de este arte es la pintura oriental, que cuenta con una variedad de creaciones enmarcadas, principalmente, dentro del arte pictórico chino, japonés y coreano. Si te interesa conocer las principales características del arte oriental, específicamente de la pintura, no te pierdas este interesante artículo, donde además mostraremos algunas pinturas chinas y japonesas antiguas como ejemplo de lo que son los cuadros orientales.
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Una de las más importantes características de la cultura oriental y sus múltiples manifestaciones es el interesante recorrido histórico que se ha desarrollado desde tiempos muy remotos. Por supuesto, la pintura oriental también posee un significativo pasado que vale la pena repasar a continuación.
Como se mencionó previamente, la pintura oriental data desde tiempos prehistóricos, ligada su existencia a la invención del pincel como herramienta principal, la cual hizo su aparición en el Neolítico. A la par de manifestaciones artísticas primigenias como la escultura y la cerámica, la pintura gozó de gran popularidad, tal y como se ha podido determinar a través de diversos hallazgos arqueológicos que demuestran la realización de pinturas en piedra, madera, hueso y otras superficies.
Por otra parte, en la gran mayoría de los dibujos orientales puede observarse la presencia de la caligrafía que, desde su surgimiento, estuvo combinada con el arte pictórico, a tal punto que se considera parte de él.
De los diferentes estilos y técnicas de pintura asiática, los principales son los constituidos en China, Japón y Corea por ser estos tres países los que mayor arraigo han tenido dentro de la evolución estética de la pintura.
El estilo de pintura china es el más antiguo de todos, emergiendo alrededor del año 10.000 a.C. como una expresión más abstracta que representativa, ya que los diseños primitivos consistían en patrones de espirales, zigzags, puntos y otros trazos realizados como decoración tanto de monumentos funerarios como de obras de cerámica. Tiempo después se fueron incorporando pinturas orientales de paisajes, específicamente entre el año 907 y el 1127 a.C., un periodo que se consideró el más importante dentro de este género pictórico.
El estilo de pinturas empleado en China era el que seguía la técnica de la caligrafía, donde se sumergía un pincel o cepillo en tinta de color para dar forma a las obras a través de pequeñas pinceladas. Más adelante, los diversos tipos de pinturas chinas sirvieron de referente para el florecimiento tanto del estilo japonés como del coreano, por lo que los tres poseen elementos similares en sus obras.
Al igual que en China, Japón tiene una trascendente historia dentro de la pintura oriental, con tal prestigio que es una de las manifestaciones más apreciadas y valoradas dentro de las artes japonesas. Sus inicios se generaron de forma nativa, por ser Japón un territorio aislado por su condición insular, pero no pasó mucho tiempo para que la pintura de esta región recibiera influencia foránea, principalmente de China, donde se desarrollaron las primeras obras dentro de la forma pictórica denominada Yamato-e, un estilo que tuvo su nacimiento durante el periodo Heian, inspirándose en la arte pictórico chino desarrollado en la dinastía Tang.
Lo que más llama la atención dentro de las características del estilo oriental japonés es la asimilación y adopción de la técnica de pintura china para moldearla de acuerdo a su cultura, filosofía y creencias, concibiendo así una estética única que se hizo presente dentro el grabado o ukiyo-e y las pinturas de paisajes y de temática urbana.
Tal vez sea el estilo pictórico menos reconocido dentro de las imágenes del arte del Oriente, pero en realidad cuenta con una rica historia que comenzó en el año 3000 a.C. con la modificación de las técnicas pictóricas chinas que, tiempo después, servirían de base primero para la creación de obras con temática budista, característica del periodo de los Tres Reinos y, más adelante, en vísperas de la dinastía Goryeo, la representación de escenas vinculadas al neoconfucionismo y a su sincretismo con el arte chamanista local, conjunción que se concretó finalmente en tiempos del reinado Joseon, época histórica que significó un renacimiento cultural dentro de Corea.
Una de las más destacadas características del arte asiático de origen coreano es la representación de paisajes y escenas con montañas y nubes mostradas de forma nostálgica, aplicando el contraste de oscuridad y luz para agregar este efecto. Entre los estilos de pintura coreana resalta el Min-Hwa o arte popular colorido, muy común en la decoración funeraria, rituales y festividades, el cual tiene como rasgo particular el uso del color en su forma más amplia.
En términos generales, la pintura asiática se concentra en dos estilos, los cuales son:
Consiste en una técnica donde el artista realiza pinceladas precisas, realistas, ordenadas, utilizadas para rellenar un dibujo lineal previamente creado, dando forma a una reproducción exacta y muy detallista. Su nombre proviene del chino gong jin, que significa «ordenado» o «meticulosa mano de obra con pincel».
Aunque tuvo su origen en China, finalmente fue adoptado por Japón para ser el estilo predominante dentro de su pintura.
Contrario a la meticulosidad presente dentro de la técnica gongbi, el pincel libre se orienta más a la libertad y espontaneidad del trazo, lo que recuerda su estrecho vínculo con la caligrafía china porque precisamente de ese género artístico emergió este estilo.
Esta técnica está inspirada en la filosofía taoísta, basada en el respeto hacia la naturaleza y la representación de la esencia de las cosas y su sentido, más que de la apariencia externa. Por tanto, es la preferida dentro de la pintura china.
Descritos los aspectos más interesantes que se encuentran dentro de la pintura oriental, es momento de presentar algunas de las obras más reconocidas dentro de este arte milenario.
Un buen ejemplo del estilo de pintura xieyi o pincel libre es esta representación pictórica del icónico símbolo chino de la firmeza que, junto al crisantemo, la orquídea y el bambú, forma parte del grupo llamado los cuatro caballeros de la cultura china. Esta simbólica flor de invierno es una de las pinturas chinas famosas, un factor que se combina armoniosamente con la libertad del trazo que ofrece la técnica de pintura más popular de China.
Katsushika Hokusai fue uno de los más renombrados representantes del ukiyo-e japonés, donde por medio del trazado de líneas espontáneas y elegantes, desarrolló una interesante producción artística dedicada más que todo la reproducción de retratos y paisajes. El más sobresaliente de su carrera es esta pintura, que forma parte de la serie Treinta y seis vistas del Monte Fuji.
Pintura realizada en 1924 por el afamado artista japonés Tomioka Tessai, uno de los principales exponentes de los movimientos Nihonga y Nanga. En este cuadro representa un paisaje que se inclina hacia lo caricaturesco, basado en su formación dentro del estilo chino bujinga, con pinceladas coloridas realizadas en colores llamativos.
Pintura cuya autoría se adjudica al emperador chino Huizong, perteneciente a la dinastía Song y ferviente amante del arte, donde destacó como calígrafo y pintor. En lo particular, este cuadro fue desarrollado durante el siglo XI, una época donde el estilo gongbi gozaba de popularidad dentro de las pinturas hechas para las familias reales y más prestigiadas de China.
En Corea, la pintura desarrollada durante la dinastía Goryeo estuvo relacionada con la religión budista, desarrollándose en dicha época cuadros orientales con una belleza inimaginable, como es el caso de esta obra, dedicada al bodhisattva Avalokiteshvara, la representación de la compasión dentro del budismo.
La tinta y la seda fueron dos de los materiales mayormente utilizados dentro de la pintura china y, por consiguiente, los favoritos del pintor paisajista Guo Xi, uno de los más destacados del periodo Song. Esta obra, que representa el comienzo de la primavera en una región montañosa, es la muestra del talento de este pintor al incorporar la policromía por medio de ligeros tonos de color marrón y verde, a pesar del predominio de la tinta china.
Considerada una reliquia nacional en China, se trata de una pintura panorámica que data de los años 1085-1145, cuya autoría se atribuye a Zhang Zeduan, uno de los más célebres pintores de la dinastía Song. En ella se reseña el desarrollo de una festividad tradicional como lo es la conmemoración del día de los muertos.
Esta xilografía fue realizada en 1857 por el pintor japonés Utagawa Hiroshige, renombrado exponente de la escuela ukiyo-e. Esta estampa muestra una paleta en colores gris, marrón y azul, donde atrae el realismo con que el artista agregó el elemento de la lluvia por medio de líneas verticales.
Las obras orientales mostradas en este artículo son el reflejo de la estética que caracteriza al arte asiático, uno de los más antiguos de todo el mundo, y que ha servido de espacio para mostrar la evolución cultural de esta región. La pintura oriental, a través de sus géneros chino, japonés y coreano, ha producido importantes obras que relatan el desarrollo artístico generado en estos países, promovido en periodos históricos donde la política, filosofía, religión e intercambio diplomático entre imperios jugó un rol muy significativo para la introducción de nuevas culturas y, por consiguiente, de técnicas pictóricas trascendentales para la consolidación de este tipo de arte tan aclamado hoy en día. Con esta información que hemos proporcionado, ya saber cómo dibujar un dragón chino y plasmarlo en un hermoso cuadro, solo debes elegir el estilo y técnica que prefieras para así crear una obra a la altura de las sorprendentes pinturas asiáticas.