En la margen derecha de la desembocadura del río Turia, encontramos este núcleo de población, situado junto a lo que fue la playa del mismo nombre. Su título se lo debe a la presencia de un antiguo lazareto (llatzaret), establecido en este lugar en 1720, cuya finalidad consistía en que en él pasaban la cuarentena todas aquellas personas que, procedentes de países con fiebres endémicas, desembarcaran en el puerto.
Biomas acuáticos:
Características, tipos y ejemplos de biomas marinos (de agua dulce, salada, continentales…)
El río Turia, llega al mar lánguidamente, casi exhausto, debido al arrastre de fango y restos; por lo que para evitar que estos se introdujeran en la dársena del puerto, se construyó un malecón de piedras. Junto a la gola se encontraba El Sech, ocupado por los percadores. El paso desde el Grau al lazareto, en 1795, se hacía mediante barcas tiradas por sendas cuerdas atadas a las respectivas riberas.,
Con el paso de los años, Nazaret se convirtió a la par que un pueblo dedicado a la pesca, en una concurrida estación veraniega. Se fueron construyendo casas de recreo formando calles paralelas al mar, e incluso un parque público entre las últimas casas y la arena de la playa. Este núcleo de población pertenecía territorialmente como lugar, barrio o pedanía de Ruzafa, a pesar del origen de la mayoría de sus habitantes, procedentes del Cabanyal y de La Punta, que junto a las del Perú y la de En Silvestre componían el poblado de Nazaret.
Pero el progreso se ensañó con algunas de las instalaciones más famosas y concurridas del barrio, así los baños de La Florida, Polit y El Faro, junto al balneario de Benimar, construido en 1941 y que acogió en sus instalaciones una escuela de futbol de las más famosas de su época; desaparecieron con el ensanche de las instalaciones del puerto.
Atrás quedaría la playa de Nazaret, una de las más concurridas, para impotencia de los asiduos al baño, que vieron como el progreso hacía desaparecer la franja de arena, testigo de tantos y tantos días en ella. Hoy de esto solo queda el recuerdo, dando paso a un crecimiento que busca la antigua carretera de Alicante y los barrios modernos de la Avenida de Francia y prolongación de la Avenida de La Alameda.
Acabo aquí este pequeño y humilde trabajo dedicado a una de las zonas más arraigadas de Valencia. De los poblados marítimos se podrían escribir cientos de artículos.
Bastaría con investigar un poco, hablar con sus gentes, siempre fieles a sus barrios, porque aunque en los finales del siglo XIX y principios del XX, aún conservaban un carácter puramente pueblerino, a pesar de que las antiguas barracas donde se acogían sus habitantes habían sido sustituidas, paulatinamente, por casas de una o dos plantas. Casas decoradas sus fachadas con azulejos con caprichosos dibujos y colores. A los habitantes del Cabanyal, se les conocía como Xoros, y Llanuts a los del Canyamelar.
Sirva también como un sentido homenaje a sus gentes y en particular a todos aquellos conocidos que siguen formando parte de El Marítim.