Un modelo matemático aplicado por científicos de la Universidad de Chicago logró establecer patrones climáticos extremos como los que se observan en los huracanes, las olas de calor o las sequías.
En la investigación, que ha sido publicada en la revista Science, los expertos Noboru Nakamura y Clare Huang, determinaron que los flujos de aire rápidos que se registran en la tropopausa (a 10 kilómetros sobre el nivel del mar) pueden bloquearse, lo que genera los eventos climáticos mortales en la Tierra.
Aunque los especialistas no han logrado determinar el motivo por el que ocurren estos atascos, los comparan con los embotellamientos que ocurren usualmente en las autopistas y carreteras de cualquier país.
Nakamura, profesor del Departamento de Ciencias Geofísicas de la universidad, aseveró que:
“Los bloqueos son difíciles de predecir. La razón es porque no hay una teoría que explique sobre cuándo se forman y por qué”
Huang alega que “la corriente de chorro cuenta con una determinada capacidad para el llamado ‘tráfico meteorológico’, sin embargo, cuando se supera el bloqueo genera un congestionamiento”. Los expertos han puesto como ejemplo el tráfico vehicular que se ralentiza cuando varias autopistas se unen.
En el caso de la velocidad de los vientos esta se reduce al encontrarse con montañas y las costas. Los autores del estudio estiman que el modelo no está en capacidad de realizar predicciones meteorológicas en el corto plazo.
Los análisis en cambio tienen el potencial para determinar, a largo plazo, el comportamiento de los atascos, lo que podría ser de utilidad para entender por qué se producen.
En el pasado se han registrado fenómenos climáticos extremos que han golpeado a diferentes países. Estos cambios dejaron como resultado miles de millones de euros y dólares en pérdidas materiales y vidas humanas.
La mortal ola de calor registrada en Europa en el 2003, la sequía ocurrida en California en el 2014 y el vaivén de la supertormenta Sandy en el 2012 sorprendieron a todos los pronosticadores.
Los fenómenos se produjeron por el “bloqueo” cuando la corriente impidió que los sistemas meteorológicos se movieran en dirección hacia el Este.
Los flujos de aire rápido fueron descubiertos precisamente en la Universidad de Chicago, en la década de los años 40, por el meteorólogo estadounidense de origen sueco, Carl-Gustaf Rossby.
Durante décadas los científicos han analizado las corrientes de chorro, sin embargo, nadie ha ofrecido una buena explicación de cuáles son sus causas.
“Es muy difícil pronosticar cualquier cosa mientras no se entienda por qué está sucediendo. Por tal motivo este modelo debe ser extremadamente útil”, apuntó Nakamura.
El nuevo modelo, de acuerdo a los investigadores, es computacionalmente más simple. “Se trata de un sistema menos complicado”, resaltó a su vez Huang.
Los flujos de aire circulan a gran velocidad. Esta puede ir desde los 250 kilómetros por hora hasta los 350 kilómetros por hora. Su dirección va de Oeste a Este, aprovechando las discontinuidades que se presentan en las células convectivas.
Aunque se le denomina en singular, existen 4 tipos de corrientes que están circulando en el planeta, a razón de 2 en cada hemisferio. Entre estas se encuentra la corriente polar ubicada a 60 grados de latitud en el hemisferio norte y sur.
La otra corriente es la subtropical que mantiene su circulación en torno a los 30 grados. Los científicos le han dado menos importancia a la hora de analizar la meteorología de la zona debido a que su incidencia en el clima es mucho menor.
El ancho de los chorros alcanza unos 200 kilómetros y un espesor que puede ir entre los 5.000 y los 7.000 metros. Los vientos máximos se producen en la parte central que es conocida como el núcleo del chorro. En el caso de la península ibérica el chorro que afecta es el polar.
En el mundo de la aeronáutica comercial civil los pilotos aprovechan el impulso de las corrientes para ahorrar combustible y reducir el tiempo de viaje.
Tanto el calentamiento global como el cambio climático tienen relación directa con las corrientes de chorro, ya que el hombre ha alterado con el paso de los años estos enormes flujos de aire.
Referencias: