La diáspora italiana y siciliano-estadounidense van intrínsecamente unidas a la ciudad de Nueva York y a la figura literaria y televisiva de los mafiosos.
Si centramos el disparo y hablamos de la “familia siciliana” estamos refiriéndonos a una organización contractual, una relación entre el individuo y el organismo que le protege a un nivel jerárquico superior. Una verdad incómoda que durante mucho tiempo fue conocida por todos.
Ahora bien, si nos referimos estrictamente al maridaje literatura y mafia es imposible no hablar de “El padrino” (1969) la novela de Mario Puzo (1920-1999) que universalizó el género y que tres años más tarde adaptó Francis Ford Coppola a la gran pantalla, guionizada por el propio escritor.
Los Corleone, mucho más que una familia
Quizás lo que no sea conocido por el gran público es que el propio autor nació en el seno de una familia italiana que había emigrado a Nueva York y que escribió la novela únicamente pensando en las ganancias que le podía reportar. En aquellos momentos Puzo estaba agobiado por sus acreedores y lo que menos le preocupaba era crear una obra de calidad.
La novela gira en torno a Don Vito Corleone, el Padrino, una de las personas más influyentes de Nueva York gracias a sus negocios, gran parte de ellos ilícitos. La estabilidad de la que goza se fragmenta cuando rechaza la oferta de Sollozzo –un traficante de drogas– para abrir un nuevo negocio de contrabando.
A pesar del protagonismo indiscutible de Don Vito, es una novela coral donde habitan personajes tan seductores como Sonny Corleone, el hijo mayor, Michael Corleone, el benjamín, que parece desmarcarse de los oscuros asuntos familiares, o Johny Fontane, un cantante venido a menos.
Por cierto, Corleone es una localidad siciliana de algo más de doce mil habitantes, situada en el interior de la isla y que pertenece a la ciudad metropolitana de Palermo.
Sus magistrales secuelas
Mario Puzo escribiría años después “El siciliano” (1984), una biografía novelada de Salvatore Giuliano. En esta novela Michael Corleone –por indicación de su padre– debe sacar de Sicilia a ese personaje. La trama temporalmente se ubica en la mitad de la historia narrada en “El padrino”.
En 1996 el escritor italiano volvió a introducirnos en el mundo de la mafia con “El último Don”. En ella nos relata la historia de la última gran familia de la Mafia: los Clericuzio.
Ahora la familia pretende redimir sus pecados y limpiar su pasado, por ese motivo el Don intenta que la generación de sus nietos viva libre de la carga criminal que pesa sobre ellos pero, claro, esto no va a ser una tarea sencilla de conseguir.
Como no hay tres sin cuatro, Puzo nos regaló su obra póstuma: “Omertá” (2000), la palabra que se usa para denominar el pacto de silencio y de honor de la mafia siciliana. Una despedida literaria con mayúscula. En fin, si hubiese que resumir con tres adjetivos la producción literaria de Puzo no tendría problemas en elegir épica, monumental e histórica. Pues menos mal que no buscaba una obra de calidad…