Fue sin duda una de las puertas más importantes y utilizadas de la antigua muralla cristiana de Madrid, la cual enmarcaba los límites de la población.
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Concretamente estos límites tenían unos puntos de referencia: el Alcázar, que como sabemos estaba situado en donde hoy se levanta el Palacio Real: y cuatro puertas principales: La Puerta de Valnadú o Balnadú, la Puerta de Guadalajara, la Puerta Cerrada, y la Puerta de Moros; además de algunos pequeños portones. Toda la muralla fue construida a lo largo de los siglos XI y XII, una vez que Mayrit, fuese tomada a los musulmanes por el rey de León, don Alfonso VI.
También es conocida como Puerta de las Atalayas, ya que se encontraba cerca de uno de los puntos defensivos de la población, como era la Torre de los Huesos, que estaba situada en la actual Plaza de Oriente. Pero, algunas veces, también se la denomina Puerta del Diablo. Esto era debido a la existencia en la parte baja de una gran piedra con cinco agujeros y unas señas de una mano donde, según una leyenda, puso la mano el diablo. Parecida a esta hay una en la Alhambra de Granada, conocida como “Cinco Mandamientos de Mahoma”.
Estaba situada en la esquina suroeste del actual Teatro Real, en la conocida plaza de Isabel II (también Plaza de la Ópera), y muy cercana a la Fuente de los Caños del Peral, y al profundo barranco de las Hontanillas; orientada hacia la cuesta de Santo Domingo.
Del origen de su nombre existen varias versiones: Hay quién dice que se debe a la palabra latina “balneaduo” o “puerta de los dos baños”, debido a la proximidad de unos supuestos baños de época romana; o también “la que da al valle”, traducción del árabe Bal-el-Nadar.
Posiblemente fuera una puerta estrecha, con acceso con revuelta, al estilo árabe. Por cierto, que podría ser similar a la de la Alhambra de Granada.
La Puerta fue mandada a derribar, junto con la Torre Gaona, en el año 1567, por orden del rey Felipe II para impedir el paso, para lo cual mandó construir otra más hacia levante. Como consecuencia directa de estos derribos, en el solar quedaría la actual Plaza de Isabel II o Plaza de la Ópera. Las piedras de ambas construcciones sirvieron para la construcción, en parte, del Teatro de los Caños del Peral.