Hace quince años, Raúl Corrales Fornos –murió el 15 de abril de 2006– dejó miles de fotografías para la posteridad.
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Fotos que probablemente conoceremos algún día post pandemia, cuando se pueda hacer alguna exposición para recordarlo, porque está considerado como un fotógrafo con gran capacidad de sintetizar y de fijar a través de la imagen los detalles que dan significado a una historia, resaltando su punto de vista: la nobleza que se puede encontrar en un ser humano y que sin dudar descubrimos al mirar sus fotografías, con las cuales ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas en mil novecientos noventa y seis, y otras que hizo durante la Revolución Cubana:
Raúl Corrales Fornos viajó por toda Cuba, su amado país, para mostrar a través de su fotografía la miseria de los campesinos montañeses y para dar testimonio de los carboneros, cañeros, mineros, que vivían en condiciones inhumanas y morían jóvenes.
Su éxito crecía con cada imagen publicada en medios cubanos y extranjeros. Muy pronto se pudo hacer de algún dinero. Y cuenta la leyenda que un día entre mojitos, bebida cubana, Alberto Korda, conocido por fotografiar al Che Guevara, le dijo:
Y Corrales contestó:
Ese amigo era el actor Jorge Negrete, que había invitado a Raúl Corrales al D.F., hoy Ciudad de México. Se conocieron en la Habana, en las presentaciones del actor. Esa amistad se fortaleció gracias a las fotografías que recorrieron Cuba y México, donde Jorge Negrete aparecía con una presencia magnánima.
En fin. Aún falta por conocer muchas fotografías de Raúl Corrales, porque cuando él murió se quedaron cientos de ellas por revelar. Ojalá pronto se haga una exposición de sus imágenes inéditas este gran artista fotógrafo.