En un mundo actual donde hay diversidad de culturas y rasgos físicos que permiten establecer diferencias entre unas personas y otras, es válido que alguna vez nos preguntemos ¿cómo saber de qué raza soy? Y es que el tema de que si en realidad existen razas humanas sigue siendo una discusión presente desde hace décadas, sobre todo entre la antropología, la biología, la genética y la etnología, siendo estas disciplinas las encargadas de determinar científicamente cuáles son las razas humanas y si algunas prevalecen sobre otras. Por medio de este artículo, estaremos aclarando todas las dudas relacionadas con las razas del mundo, comparando algunos estudios realizados por los ámbitos de investigación antes mencionados dedicados a analizar las razas y etnias humanas.
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Antes de detallar, desde el punto de vista biológico, las razas que existen en el mundo, es preciso ver la diferencia entre raza y etnia. De acuerdo a la RAE, las razas de personas son el conjunto o “grupo de individuos cuyos caracteres biológicos son constantes y se perpetúan por herencia”. Llama la atención que, en el mismo diccionario, también se defina la raza como “subdivisión de una especie”, en este caso, la raza humana. Por su parte, las etnias son grupos humanos que pertenecen a una cultura determinada, los cuales se diferencia entre sí por elementos como costumbres, religión, lengua o idioma, entre otros aspectos.
Aclarado esto, vale la pena agregar que la idea de la división de razas de las personas estuvo reforzada por procesos históricos concretos que profundizaron en la segregación y la discriminación de la población, como fue el caso de la colonización europea y la esclavitud, donde se justificó el predominio de grupos sociales sobre otros. Guiados por esta jerarquización, algunos sectores conservadores de la biología y la antropología siguen determinando cuántas razas hay en el mundo.
Entre los numerosos científicos que fijaron teorías, hipótesis e investigaciones vinculadas con saber qué tipo de razas hay, destacan los aportes del naturalista sueco Carlos Linneo, que para 1758 definió una clasificación taxonómica que, si bien no determinaba el concepto de raza, sirvió de antecedente para los estudios antropológicos posteriores. Estas variedades étnicas, consolidadas por las ideologías afianzadas durante los procesos históricos ya nombrados, son:
Se trata de la raza o etnia que durante el contexto colonialista y tomando en cuenta las características socio – culturales de otras razas de humanos, era considerada superior a las demás. Linneo agregó como aspectos de este grupo humano el ser “blanco, sanguíneo, musculoso, cabellos claros y abundantes, inconstante, inventivo, cubierto totalmente con ropas, gobernado por leyes”. En el aspecto cultural, se creía que este grupo era el más inteligente y mejor educado, siendo precisamente el reflejo exterior de estas características.
Posteriormente, de acuerdo al porcentaje de razas en el mundo, se agregaron como subgéneros de esta raza los siguientes:
Este grupo también se conoce como blanco, leucodermo o caucasoide.
En esta búsqueda por saber qué tipos de razas hay, nos topamos con otro grupo étnico, también denominado negro, africano, negroide o melanodermo. Contrario a la raza antes nombrada, la antropología y el naturalismo del siglo XVIII creía a este grupo inculto, incivilizado e ignorante, rasgos que fueron afianzados para justificar el maltrato sufrido por los esclavos africanos en tiempos colonialistas.
Linneo opinaría que el individuo de esta etnia era “negro, flemático, con cabellos crespos, nariz ancha, astuto, perezoso, con el cuerpo frotado con aceite o grasa, gobernado por voluntades arbitrarias”.
Como variedades de esta raza consideradas siguiendo condiciones ambientales y geográficas, se encuentran:
El mapa de razas humanas muestra a este otro grupo étnico, de igual manera conocido como mongoloide, xantodermo o amarillo. Esta raza, proveniente de Asia, se distribuyó por el mundo desde la Antigüedad por medio de diversas migraciones, y según estudios antropológicos, sería la base fundamental para el poblamiento de América, estableciéndose en estas tierras ya como otra etnia adaptada a las condiciones ambientales y culturales, tal y como describiremos más adelante.
De acuerdo a los aportes de Linneo, el hombre asiático es “amarillo, melancólico, estricto, cabello negro, ojos castaños, severo, fastuoso, vestido con largas túnicas, gobernado por la opinión”.
En esta etnia se subdividen las siguientes variedades:
En esta indagación por conocer cuántas razas humanas hay, no podía faltar el grupo conformado por los individuos que habitaron la América primitiva que, a raíz de la conquista y colonización del Nuevo Mundo, pasaron a formar parte de los tres grupos fundamentales para el mestizaje de este continente, por nombrar uno de los tantos cambios demográficos presentes en este complejo proceso histórico.
El hombre aborigen, llamado indio luego de la llegada de Colón a América, fue descrito por Linneo como “colorado, colérico, de porte derecho, de piel morena y cabellos negros, lacios y espesos, con labios gruesos, nariz grande, mentón casi sin barba, porfiado, contento de su suerte, amante de la libertad, pintado el cuerpo con líneas coloradas combinadas de distintas maneras”.
Aunque el tema de la denominación de raza ha generado controversia en la comunidad antropológica, biológica y genetista, en 1964, una reunión de científicos propiciada por la UNESCO y celebrada en Moscú, fijó ciertos criterios como propuesta para distinguir a cada grupo étnico. Los factores son:
Esta comunidad congregada en esa época determinó que todo ser humano desciende de una sola especie, la Homo sapiens, originada en África hace miles de años y que, producto de la prolongada migración hacia todas las regiones del mundo, se adaptó al medio ambiental que fue poblando, factor que influyó en gran medida en las variaciones físicas de los individuos.
Hoy en día no existe una raza pura, sobre todo en un mundo donde se han visto diferentes procesos de mestizajes o uniones de razas, por lo que se puede afirmar que la población humana es heterogénea en términos generales, solo condicionadas por aspectos ambientales y culturales del entorno físico y social donde se desenvuelven.
A la par de la influencia ambiental y cultural, la composición genética de cada “raza” o grupo étnico depende de ciertas características, como la selección natural, las mutaciones fortuitas determinadas de forma hereditaria, modificaciones propiciadas por vínculos sanguíneos, aspectos físicos, poblacionales y otros factores que inciden en la variación de grupos étnicos.
Este ámbito ha sido determinante para la ruptura de barreras geográficas y sociales, permitiendo así la expansión étnica y unión de grupos poblacionales, superando a su vez las determinaciones genéticas. Esto se hace evidente en la clasificación de “razas” o etnias que describimos anteriormente.
Uno de los criterios donde se hizo énfasis en la reunión de la UNESCO es en el psicológico, olvidado en estudios antropológicos y taxonómicos realizados en épocas pasadas. Se dice que el medio físico, cultural y social y su influencia sobre un grupo étnico, puede repercutir en el rasgo mental del individuo perteneciente a determinada raza. Sin embargo, su capacidad intelectual depende, al igual que miembros de otras étnicas, de los aspectos biológicos universales, por lo que se desmonta la antigua tesis de la superioridad entre una raza u otra.
El planteamiento de las razas humanas ha generado un complejo debate, más que todo por la actual aceptación del concepto de raza como fundamento del racismo como ideología. Como hemos afirmado, procesos históricos como la colonización europea o la esclavitud fueron algunos de los principales motivos para la instauración de una jerarquización social y cultural que vino a justificar las acciones de los europeos sobre grupos considerados como inferiores, como los africanos o aborígenes.
Sin embargo, vale la pena acotar que estas teorías provienen de tiempos antiguos, cuando la clasificación de razas fue determinante para la consolidación de la jerarquía social en poderosos imperios y civilizaciones como Egipto, Grecia y Roma.
Ya para la época medieval, esta diferenciación tuvo una connotación divina, debido a la propagación del cristianismo, lo que llevó a la persecución de grupos poblacionales que profesaban otras creencias religiosas, ya sea para evangelizarlos o para aplicar la doctrina de limpieza de sangre. En el caso de América, la población aborigen, con una cosmovisión y espiritualidad ligada con la naturaleza, fue considerada inferior y carente de alma.
La aparición del término raza se hizo presente en el siglo XVI en distintos diarios de viaje registrados por exploradores y conquistadores europeos a medida que se encontraban con individuos con diferentes rasgos físicos, culturales y sociales, permitiendo así las primeras clasificaciones raciales que más adelante fueron fortalecidas por la comunidad científica de la época, práctica que continuó con fuerza en el siglo siguiente, cuando comenzaron a establecerse los Estados – nación propiciados por el imperialismo.
Por otra parte, la ciencia del siglo XVIII y XIX se inclinó en plantear el surgimiento de nuevas razas producto del mestizaje fomentado por grupos raciales primigenios o ancestrales. A esto se agregó el empleo de otros elementos físicos para reforzar la diferenciación racial, como por ejemplo, la craneología o morfología del cráneo humano para diferenciar el desarrollo intelectual de cada uno de los grupos humanos, herramienta añadida en ese tiempo por los aportes del médico alemán Johann Friedrich Blumenbach. Estos enunciados sostuvieron la denominada inferioridad biológica que fomentó campañas de odio y opresión que buscaba legitimar científicamente actor genocidas o etnocidas.
Ya para el siglo XX, el concepto de raza y la división de grupos humanos fue desmontado por la comunidad científica, que determinó la existencia del Homo sapiens como única especie humana, de la cual descienden todos los individuos, investigaciones fortalecidas por la antropología molecular que, realizando pruebas genéticas y moleculares en individuos de diferentes grupos humanos, comprobó que el ADN de todos era idéntico al 99,9%.
A pesar de que la ideología de razas quedó como un término obsoleto gracias a los estudios científicos, desafortunadamente hoy prevalecen comunidades que siguen sosteniendo el racismo y, con él, la existencia de diferentes razas del mundo.
El tema de las razas humanas sigue siendo centro de polémica en la actualidad, ya que, aunque este planteamiento carece de sentido biológico, el racismo sigue haciendo daño sobre la población mundial, a igual o mayor repercusión que en el pasado, más que todo cuando los estudios antropológicos modernos son deformados para mantener el discurso de las razas del mundo. Se puede concluir entonces que el concepto de raza tiene origen socio – cultural, si bien el desconocimiento de la población lleve a hombres y mujeres actuales a seguir utilizando este término.