Renato Leduc (16/11/1897 – 2/08/1986) a través de su poesía plasmó lo efímero que es el tiempo en un lugar: un barrio viejo, una cantina, un café de chinos, una plaza de toros o un viaje. Donde las horas no existen.
El ser humano tiende a relajarse: a contemplar las acciones de otros o a trabajar la memoria hasta olvidarse a sí mismo. Son momentos que algunos llaman “perder el tiempo”, porque existe la creencia que siempre hay algo que hacer.
También se cree que el tiempo se termina para tratar de lograr todos los deseos que llevan a la acción que parece eternizarnos en un presente, que mañana será recuerdo. Y por tanto surge la inconstancia, el cambio de planes, nuevas ilusiones en una mañana tan diferente a la de ayer.
“No haremos obra perdurable. No tenemos de la mosca la voluntad tenaz.” –Renato Leduc.
Este poeta mexicano, a través de sus versos, nos cuestiona sobre lo cambiante que es el mundo, que lo que fue ayer ya no es presente. Todo cambia: los caminos, las construcciones, las personas que nos rodean y las circunstancias. Y los valores: “¿Y el dolor? ¿Y la muerte ineluctable? Asuntos de farmacia y notaría.”
Renato Leduc parece concluir en su poesía que, al no haber nada perdurable, se podría llegar a saber que todo lo que sucede es ilusión, irreal, donde los recuerdos nos avisan que por un tiempo existieron y que, al desaparecer, se convierten en irrealidad.
Tal vez al leer al poeta Leduc podríamos aprender a no ser tan aprensivos con el tiempo y relajarnos un poco como hizo él y lo plasmó en su poesía:
Como Nerón, emperador
y mártir de moralistas cursis,
coronados de rosas
o cualquier otra flor de la estación,
miraremos las cosas
detrás de una esmeralda de ilusión…
No hay que dejar de leer a este poeta mexicano, porque plantea, a través de sus versos, que todo lo que vemos, sentimos, pensamos, es parecido a un ventarrón que desaparece en el tiempo.
Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo
que de amor y dolor alivia el tiempo.