Rey de Asturias y de León. Era el primogénito de Fruela II, al que sucede en el trono de León el mes de agosto de 925, estando en ese trono hasta febrero de 926.
Su reinado fue tan anodino y, por lo tanto, tan desconocido, que su nombre no lleva el ordinal correspondiente, quedando descolgado entre Alfonso III y Alfonso IV.
La brevedad de su reinado viene motivada por haber sido expulsado de él por sus primos, los Ordóñez, hijos de Ordoño II, encabezados por Sancho, que será rey de Galicia los años 926 a 929; acompañado por los Olmundez, una poderosa familia mozárabe; y con la inestimable ayuda del futuro Alfonso IV, además de Ramiro II, que habían sido separados de la vida publica tras el fallecimiento de su padre.
La nómina regum legionensium inserta en el texto Rotense, redactada en 931, que es considerada como una buena referencia, incluye su nombre como verdadero rey de León.
Alfonso Froilaz parece poseer unas estimables condiciones de mando, puesto que no sería nada fácil de otro modo mantener durante medio año la herencia paterna frente a sus rivales.
Lo cierto es que, durante ese breve tiempo gobernó el reino, aunque es probable que no llegara a ser coronado, pues, derrotado por Alfonso Ordóñez y sus hermanos, huye primero a Astorga y poco después a las tierras llamadas Asturias de Santillana, donde siguió alimentando sus pretensiones, como muestra un documento de 927.
Y allí continuó hasta que, al abdicar Alfonso IV y entrar como monje en Sahagún, habría querido Alfonso Froilaz hacerse de nuevo con el reino, pero entonces Ramiro II, en el año 931, lo aprisionó con todos sus hermanos, hijos de Fruela II, y los hizo cegar a todos en el mismo día.
No consta que se hubiera casado, ni dejado descendientes y, debió pasar sus últimos años de ceguera en el monasterio de Ruiforco junto a sus dos hermanos, falleciendo poco después.