Parece ser que Alfonso II vivió 82 años, tiempo suficiente para tener una vida muy intensa, a caballo entre dos siglos, el VIII, llamado el de «los Sarracenos», y el IX, que podríamos nombrar como el de «los Normandos», por la cantidad de ataques que realizaron.
Biografía
Alfonso vino al mundo en Oviedo, alrededor del año 760. Su madre, Munia, era una cautiva vascona. Su padre, Fruela, era un déspota y despiadado que fue asesinado por personajes de su propia corte, siendo su hijo apenas un niño.
Esto trajo consigo toda clase de problemas para Alfonso. Tuvo que soportar todo tipo de traiciones por parte de los nobles, lo cual originó que tuviera que combatir constantemente para solucionar sus problemas internos.
A pesar de ello, mantuvo la corona durante mas de cincuenta años, en un época en la que era muy difícil sobrevivir a las guerras y, sobre todo, a las enfermedades.
No obstante, al fallecer, en el año 842, Asturias se había convertido en un reino solido y fuerte, situación que no pudo ser alterada ni por las continuas presiones sarracenas.
Alfonso II abrió los ojos en una tierra verde y se enfrentó a guerreros beréberes, de una brutalidad sin límites, pero tampoco en el bando cristiano imperaba la tranquilidad.
Era una época que se asemejaba más a la barbarie que a la idea que hoy tenemos de civilización. En su reinado recibió el legado cultural de los godos, así como la defensa de la fe cristiana, al tiempo que se conseguía la unidad, tanto política como territorial.
Tanto es así, que dedicó todas sus energías a ello, hasta el extremo de no tener ningún interés por casarse. Es por eso que recibió el apodo de “El Casto”. Es uno de esos casos, escasos, en nuestra historia, de reyes solteros a los que no se les conoce hijos, ni legítimos ni bastardos.
De su mano comenzó el periodo de ocho siglos de lucha que conocemos como Reconquista. Reconquista no solo del territorio, sino también del derecho a formar parte de Europa.
Si su bisabuelo, Pelayo, se alzó por vía de las armas contra los musulmanes en Covadonga, su abuelo Alfonso el Cántabro, convirtió en estéril el valle del Duero, dificultando así el avance de los musulmanes.
Mientras hubo reyes que se doblegaron a pactar tributos a cambio de paz, otros, como es el caso de Alfonso, iniciaron un combate de ochocientos años.
A diferencia de los anteriores reyes asturianos, Alfonso II fue coronado, solemnemente, por un prelado de la Iglesia. Recuperaba así la tradición visigoda, al tiempo que implantaba en la organización de su palacio y su gobierno, los fueros y leyes de los visigodos.
Hay que tener en cuenta que había sido educado en el monasterio de Samos, el cual había sido fundado por refugiados venidos de los territorios del sur.
A lo largo de su vida demostró ser culto, gran estratega, ambicioso, prudente y mejor político. También fue amante de la arquitectura y el urbanismo, dotando a su ciudad natal de iglesias, palacios e incluso acueductos.
Logró unir a gallegos, astures, cántabros y vascos bajo un único estandarte: el suyo. Merced a su autoridad, consiguió consolidar un reino que abarcaba una extensa franja, comprendida desde Navarra hasta Finisterre y desde el mar Cantábrico a la cordillera.
Durante la totalidad de su reinado, hubo de sufrir ofensivas prácticamente anuales, que, desde Córdoba, arrasaban Cantabria y Vizcaya, o devastaban Galicia.
A pesar de que, en hombres y medios los cordobeses eran muy superiores, el ejército de Alfonso siempre trató de emboscarlos en algún punto estratégico cuando ya iban de retirada, cargados de esclavos y botín.
Alfonso II tejió una sólida alianza militar con Carlomagno. También consiguió el apoyo de otro poderoso aliado, ya que, durante su reinado, se descubrió (o inventó) el sepulcro del apóstol Santiago en un bosque cercano a Iría Flavia.
La peregrinación de Alfonso desde Oviedo hasta allí fue el origen del «Camino Jacobeo». Es, sin dudar, uno de los más grandes dirigentes de nuestra Historia.
Contemporáneos
Durante su extenso reinado, muchos fueron los personajes contemporáneos a él:
- En Pamplona reinaba su primer rey Íñigo Arista.
- En Aragón, hubo cuatro condes: Aureolo, Aznar I Galíndez, García Galíndez y Galindo Garcés.
- En el naciente Condado de Barcelona, este periodo de tiempo fue ocupado por Bera, Rampón, Bernardo de Septimania y Berenguer de Tolosa
- En Córdoba, en el recién nacido emirato, coincidió con cuatro emires: Abderramán I, el fundador, Hisham I, Al-Hakam I y Abderramán II.
Después de Alfonso II, tras unos meses en que estuvo en el trono de Asturias el usurpador Nepociano, reinaría Ramiro I. Pero a estos también les iremos dedicando sus capítulos correspondientes.