Seguimos avanzando a lo largo del siglo VIII. Fruto del matrimonio de Don Pelayo y Gaudiosa, fueron dos hijos: Favila y Ermesinda. El primero sucedió a su padre en el trono asturiano y Ermesinda contrajo matrimonio con Alfonso I, que sería el tercer rey de Asturias.
Favila también es conocido por el nombre de Fáfila. Aunque no se sabe a ciencia cierta dónde y en qué fecha tuvo lugar su nacimiento, sabemos de su existencia al ser nombrado tanto por las fuentes árabes como por las cristianas en sus crónicas.
Recibió su nombre en recuerdo de su abuelo, padre de Don Pelayo, siendo asociado al trono en fechas tempranas, a pesar de que la monarquía asturiana, al igual que la visigoda, tuvo, en un principio, un caracter electivo, pese a que estuvo en manos de una familia.
A la muerte de su padre en el año 737, Favila fue proclamado rey por la nobleza asturiana convirtiéndose así el segundo rey de la monarquía asturiana.
Se sabe que estuvo casado con Froiluba, de la que tampoco se sabe nada, y con la que, es posible, que tuviera dos hijos y que, su hija Favina, casara con el duque Luitfred III de Suevena, aunque este hecho tampoco puede ser confirmado.
Como a su padre, el estandarte que le acompañó fue la Cruz de la Victoria, en honor a la cual mandó construir, en las cercanías de Cangas de Onís, la iglesia de Santa Cruz. Consagrada en el año 737 por el obispo Asterio, esta iglesia conserva los restos del rey Favila y de su esposa.
Según indican las crónicas, en el año 739, estando de cacería por los montes asturianos, se vio sorprendido por un oso. Favila intentó atacar al oso con un cuchillo, pereciendo en el intento. Lo que podemos considerar una imprudencia, hay quienes lo relatan como una prueba de virilidad.
Hay quien pone en duda este hecho, sosteniendo que fue asesinado por la nobleza, descontenta por algunas de las decisiones de Favila, para acabar así con su mandato y poder elegir a un nuevo monarca. Elección que recayó en Alfonso I, que casó con Ermesinda o Hermenesinda, hermana de Favila.
Favila descuidó los asuntos de Estado ya que, durante su corto reinado, no fue importunado por los árabes, más ocupados en guerrear en Francia. Así lo refleja la Crónica sebastianense que dice que Favila “no hizo nada digno de la historia”.