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De safari por Zaragoza

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Una rana, un león con alas, un extraño camello o un gallo sobre un reloj son algunos de los animales de este curioso recorrido por Caesaraugusta...

El cierzo, la Basílica de Pilar y el puente de piedra con sus cuatro leones son algunos de los emblemas de Zaragoza, un nombre que procede del antiguo topónimo romano Caesaraugusta, que recibió en honor al emperador César Augusto en el año 14 a. de C.

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Por ese motivo a nadie le sorprende encontrarse con una estatua del emperador junto a las murallas romanas, lo que quizás no sepan todos los turistas es que la escultura fue un regalo de Benito Mussolini -el Duce– en 1940, y que se trata de una copia fiel de la que se encuentra en los Museos Vaticanos.

Estatua de Cesar Augusto, Zaragoza (Esuescucre1, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons / Recorte, mejora de tono y resolución de la original).

En la península Ibérica también tenemos otras copias de esta escultura en Astorga –que fue bautizada como Asturica Augusta–, Mérida –Emerita Augusta– y Tarragona, ciudad que estaba cruzada por la Vía Augusta.

Volviendo a Zaragoza, detrás de la escultura hay cuatro arcos que representan las grandes etapas de la historia de la ciudad: ibera, romana, musulmana y actual.

La leche de la cierva

Cerca de la estatua del emperador hay una rana, la cual, según la leyenda, es un zaragozano al que San Pedro castigó por su tozudez. Al parecer, el santo le preguntó que a dónde iba, a lo cual respondió el baturro que a Zaragoza. San Pedro le corrigió con el consabido “si Dios quiere”, a lo que apostilló “Quiera Dios o no quiera”. De esta leyenda surgió el dicho “a Zaragoza o al charco”.

Mucho más oculto se encuentra el camello del belén que hay en el retablo de alabastro de la Seo. Hay que tener en cuenta que cuando se concibió, allá por el siglo XV, no había camellos en la ciudad y que el artesano era alemán. Como nunca había visto esta clase de ungulados lo solucionó colocando una cabeza de caballo con un cuello alargado “de camello”.

En el siglo IX el papa Nicolás I ordenó colocar un gallo coronando los templos de la cristiandad para que siempre los fieles tuviesen presente las negaciones de Cristo. Ese es el motivo de la presencia de veletas coronadas por gallos sobre los tejados de las iglesias. En el reloj de la Seo zaragozana también podemos contemplar un gallo, un animal que también se asocia con la puntualidad: la de la luz del día que vence el mal de las tinieblas.

No muy lejos de la Seo se encuentra la iglesia de San Gil Abad. Encima de la puerta aparece representado el santo con una cierva que, según cuenta la leyenda, le alimentaba todos los días con su leche mientras rezaba en una cueva.

Iglesia de San Gil Abad, Zaragoza
Iglesia de San Gil Abad, Zaragoza (FRANCIS RAHER, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons / Recorte, mejora de tono y resolución de la original).

En las proximidades de la Basílica del Pilar podemos admirar un caballo que recuerda al que “plantó” junto a la Lonja el fotógrafo Ángel Cordero en 1925 y que no movió hasta 53 años después, y en que miles de niños posaron.

El león con alas

Pero si hay un animal al que se relacione con la ciudad de Zaragoza, sin duda, es el león. Para conocer su historia nos tenemos que remontar al siglo XII, cuando fallece sin descendencia el rey Alfonso I el batallador y la ciudad es temporalmente ocupada por un rey leones: Alfonso VII. Antes de devolver Aragón a las órdenes militares dejó una impronta que ha perdurado hasta nuestros días.

Si hablamos de un león con alas nuestra imaginación nos lleva a Venecia, sin embargo, también hay un león con alas en Zaragoza. Se encuentra en la calle del Coso, en un edificio que mandó construir la compañía de seguros “La Adriática” –curiosamente lleva el nombre del mar que baña la ciudad de los canales–. El león, que recuerda al veneciano, se encuentra justo sobre la cornisa donde empieza el segundo cuerpo el edificio: en la parte central, encima del arco.

Escultura de león del Edificio Adriática, Zaragoza
Escultura de león del Edificio Adriática, Zaragoza (Ecelan, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons / Recorte, mejora de tono y resolución de la original).

Y es que el león es el símbolo parlante de San Marcos, una idea que procede del Apocalipsis, el libro de los siete sellos, los cuatro jinetes, la gran ramera de Babilonia… Posiblemente se identificó al santo con este animal porque su Evangelio comienza hablando de San Juan Bautista, la “voz que clama en el desierto”, cita que se ha identificado con el rugido de un león.

En ocasiones el león alado sujeta un libro abierto en el que aparece una frase, que no es la primera de su Evangelio, se supone que es la que le dijo un ángel cuando se encontraba en las cercanías de la laguna de Venecia.

Nuestro curioso recorrido terminará en el pórtico de entrada al Salón Dorado de la Aljafería, entre la solemnidad y la majestuosidad de la ornamentación de las filigranas se advierte la presencia de un ave, posiblemente un faisán, una verdadera rareza en el arte musulmán.

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Gargantilla, Pedro. (2023, 28 julio). De safari por Zaragoza. Cinco Noticias https://www.cinconoticias.com/safari-por-zaragoza/

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Pedro Gargantilla
Pedro Gargantilla
Médico, escritor y divulgador. Jefe de Medicina Interna del Hospital de El Escorial de Madrid. Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria.
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