Cádiz, conocida como «la tacita de plata», es la ciudad más longeva de la Europa occidental, con más de tres mil años de antigüedad. Su situación geoestratégica, entre dos aguas, no pasó desapercibida a los fenicios, los cuales instalaron una colonia a la que bautizaron como Gadir –de donde procede el gentilicio «gaditano»–.
Vestigios de ese pasado se pueden contemplar en su museo. Alberga una verdadera joya arqueológica: dos sarcófagos fenicios, uno de un hombre y otro de una mujer. El arqueólogo Pelayo Quintero Atauri descubrió la tumba masculina e intuyó que tendría su homónima femenina.
Centró su vida en la búsqueda de esta tumba, a la que bautizó con el nombre de la “Dama de Cádiz”. Desgraciadamente falleció sin ver cumplido su sueño. Tiempo después se descubrió el sarcófago que había buscado con tanto ahínco, curiosamente estaba…, bajo el suelo de su casa.
Sede de la Casa de la Contratación
Cuando el río Guadalquivir comenzó a sedimentarse, el tránsito marítimo procedente de las Indias se hizo imposible. Poco a poco Cádiz fue adquiriendo un mayor protagonismo, hasta el punto que Felipe V trasladó hasta allí la Casa de la Contratación.
Este hecho supuso un gran empuje económico para la ciudad, permitiendo una remodelación urbanística y la construcción de la catedral nueva, que en sus orígenes pretendía ser más alta que la Giralda de Sevilla.
La catedral de Santa Cruz –conocida como la catedral de las Américas– se encuentra en el barrio del Pópulo, el más antiguo de Cádiz. Encierra en sí misma numerosos estilos arquitectónicos –barroco, neoclásico, rococó– debido a que las obras se prolongaron durante 116 años.
Si se observa con detalle las piedras de la catedral se puede descubrir que en algunas de ellas hay conchas incrustadas, esto se debe a que en su construcción se empleó la piedra ostionera, una roca sedimentaria extremadamente porosa formada a partir de diferentes materiales.
La mesa donde se firmó la primera constitución
Corría el 19 de marzo de 1812, en plena Guerra de la Independencia, cuando en el Oratorio de San Felipe Neri se redactó la que sería la primera constitución española –la Pepa–. Actualmente en el museo catedralicio se puede contemplar la mesa que sirvió de soporte.
Una vez terminada la contienda había tantos cañones en la ciudad que las autoridades decidieron reutilizarlos, incrustando algunos de ellos en las esquinas de las casas, para poder proteger las viviendas del roce de los carruajes.
Conocidos como guardacantones, guardavivos o cantonera de esquina, hoy en día no es difícil encontrarlos en las calles antiguas de la ciudad.
El origen de la tapa
Entre Cádiz y San Fernando se encuentra el Ventorrillo del Chato. Se cuenta que aquí se detuvo Alfonso XIII en una de sus visitas a la provincia gaditana. Agobiado por «la caló«, pidió una copa de vino de jerez y uno de los camareros, para evitar que la arena entrase en la copa, la cubrió con una loncha de jamón.
Parece ser que aquello fue del agrado del monarca, porque cuando acabó su vino pidió otra copa con «una tapa igual». Desde entonces la tapa se ha convertido en una de nuestras señas de identidad gastronómica.
A todo este enjambre de curiosidades hay que añadir sus conocidas chirigotas, su luz, la magia de sus puestas de sol, la hospitalidad de sus gentes y, claro está, su playa.
Fue precisamente la playa de La Caleta el lugar elegido por el director de «007: el mañana nunca muere» para instalar uno de sus platós. Aquí se rodó la conocida secuencia en la cual Halle Berry sale del agua luciendo un inolvidable biquini anaranjado.