El 4 de octubre de 1957 fue puesto en órbita el Sputnik, que en ruso significa «compañero de viaje».
Fue el primer satélite lanzado por la extinta Unión Soviética (URSS), dando inicio no solo a la carrera espacial entre el país euroasiático y los Estados Unidos, sino también a la carrera nuclear.
Aquel gran avance de la ingeniería aeroespacial soviética fue presentado en el VIII Congreso de la Federación Astronáutica Internacional, que se celebró en Barcelona tan solo dos días más tarde de su lanzamiento, el 6 de octubre de 1957.
La creación del Sputnik -una esfera plateada no mayor al tamaño de una pelota de playa grande con cuatro antenas que sobresalían-, se le atribuyó al académico Leonid Sedov, encargado de responder las preguntas de la prensa durante el congreso, pero no fue así.
En, en realidad, fue diseño del ingeniero ucraniano Serguéi Pávlovich Koroliov y del científico aeroespacial Mikhail Tikhonravov, entre otros, que se mantuvieron en el anonimato por temor a ser secuestrados o asesinados a manos de las agencias de espionaje occidentales.
Lo que empezó como un proyecto científico con miras a explorar el espacio, fue también utilizado para fines armamentisticos.
Para 1953, EE.UU. ya no tenía la hegemonía sobre la bomba atómica: el soviético Andrei Sarajov llevó a cabo un proyecto de fisión atómica en 1949.
Sin embargo, solo logró desarrollar 400 kilotones, mientras que la bomba norteamericana tenía una potencia 10 megatones.
Para igualar al arma estadounidense, Sarajov decidió incrementar su masa, enfrentándose así a la complicada tarea de desplazar dicha ojiva.
Valeri Mishin, el segundo de Koroliov, diseñó un dispositivo capaz de mover 250 toneladas a través de un sistema de propulsión basado en el cohete utilizado para el Sputnik.
Este instrumento era capaz de trasladarse por la órbita terrestre e impactar al otro lado del mundo.
A medida que el proyecto avanzaba, Koroliov se dio cuenta que el cohete podría colocar cargas mayores a una tonelada y media.
A partir de ahí, junto a Tikhonravov, desarrolló nuevos proyectos de satélites capaces de permanecer en órbita portando cámaras fotográficas o cápsulas para animales.
«Nuestras ciencias tuvieron el honor de abrir el camino del espacio. Llegará el tiempo de los viajes de pasajeros e interplanetarios. Será muy interesante utilizar las naves espaciales para la retransmisión y la creación, en el futuro, de un sistema nacional y después internacional de comunicación y televisión.» Serguéi Pávlovich Koroliov