Una aurora boreal de color púrpura conocida como Steve (Strong Thermal Emission Velocity Enhancement) fue descubierta gracias al trabajo de algunos aficionados.
El canadiense Notanee Bourassa vive en Regina y tiene la costumbre de mirar el cielo durante la madrugada para observar y fotografiar las auroras boreales. Cuando compartía su afición con sus dos hijos el 25 de julio del 2016, una cinta púrpura comenzó a brillar.
Por su experiencia, y después de haber visto auroras boreales durante 30 años aproximadamente, estaba seguro de que esta no era igual a las anteriores. Hizo fotografías durante 20 minutos, hasta que desaparecieron las partículas de luz.
Notanee Bourassa no fue el único sorprendido con este atípico fenómeno. Entre el 2015 y el 2016, el suceso fue registrado más de 30 veces por diversas personas interesadas por las auroras boreales.
Los científicos decidieron poner en marcha el proyecto Aurorasaurus, financiado por la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF) y la NASA, el cual estudia informes y tweets enviados por los usuarios para rastrear auroras boreales.
Tanto el color como la morfología de Steve son diferentes. Según la NASA, las otras auroras boreales se presentan de forma ovalada y se distinguen colores azules, rojos y verdes, generalmente. Las partículas cargadas que se trasladan con el viento solar producen estos fenómenos. Al chocar los átomos y las moléculas atmosféricas, se excitan los electrones que se encuentran a su alrededor. Cuando los electrones vuelven a su estado habitual, liberan energía y se producen luces de colores.
El hidrógeno produce el color azul, el nitrógeno el rosáceo y el oxígeno el verde, según explica Miquel Serra, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias.
De color púrpura y con luces verdes en forma de vallas, Steve es una aurora boreal muy diferente a las demás. Según la explicación de Serra, será necesario saber a qué altura se forma y qué elementos se están excitando para conocer el motivo de su color.