«La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte». –Immanuel Kant.
Siempre, en algún instante de nuestra vida, sentimos la necesidad de enfrentarnos de una vez por todas contra nuestros principios, nuestras creencias, nuestros ideales, es decir, contra nosotros mismos y es en ese momento cuando inicia el juego donde debemos vencer los miedos y debilidades que nos limitan, que generan que nunca avancemos y nos paralizan ante cualquier dolor o dificultad, negándonos la posibilidad de ser felices.
La rapidez del mundo de hoy nos impide en forma inconsciente el sentarnos a pensar en esto, ya que todo o casi todo lo que nos rodea en nuestro día a día, lo hacemos de forma automática siempre pensando en nuestro entorno exterior, dejando pasar tranquilamente el tiempo sin hacer nada por descubrir lo que tenemos interiormente, sacrificando nuestro yo interno y nuestra alma.
Es en nuestras creencias en donde se crean los despeñaderos y también las grandes autopistas mentales, sin embargo en muchas casos nos dejamos caer por los primeros, nos encanta el no salir de allí, le empezamos a agarrar gusto y comenzamos a sentirnos cómodos por aquello de la zona de confort, esas circunstancias nos atajan, nos limitan y nos dejan petrificados sin dejar que actuemos.
En consecuencia, debemos actuar inteligentemente y luchar contra nosotros mismos para que estos límites no sigan apareciendo luchando contra ese lado oscuro, pues cuanto más tiempo dejemos pasar, el esfuerzo y el cansancio se volverán demasiado intensos y se nos complicarán más las cosas.
Siempre seremos propensos a recaer nuevamente en situaciones donde volemos bajito, porque somos humanos, porque nos sentimos grandotes una vez que las hemos superado, pero solo la constante repetición y nuestro mayor esfuerzo en enfrentarlas harán que avancemos, viviéndolas como lecciones de vida que incluiremos en nuestra forma de llevar las cosas más difíciles a otro nivel.
Al prepararnos para enfrentar todo lo que se nos viene encima sentiremos, solo por el hecho de ser humanos, estar parados al final del camino mirando el despeñadero, ya que le tememos a lo desconocido y por lo mismo no tenemos en claro que nos deparara el futuro.
“¿Qué es la esencia de la vida? Servir a otros y hacer el bien”. –Aristóteles.
Solo la certeza de lo que somos capaces y el estar dispuestos a enfrentar con entereza todas las dificultades y mirar sin miedo el despeñadero que enfrentamos, nos permitirá entender que enfrentarnos y ganarle a las circunstancias del camino, es mucho más sencillo que lo que creemos y es en ese momento cuando la fuerza, nos permitirá sentirnos lo suficientemente grandes para saltar o colocar un puente.
Al enfrentar esa verdad, entenderemos que en realidad nuestros miedos solo viven en nuestras mentes, al eliminar el temor, nuestra confianza, seguridad y voluntad nos dan un nuevo matiz para enfrentar cualquier circunstancia, basado en el aprendizaje por haber vivido y superado variadas experiencias pasadas, que nos prepararon para la vida para que la prueba más grande que se nos presente, la podamos superar tranquilamente.
El aprender a manejar todas las situaciones complicadas por nosotros mismos sin temor y llenos de optimismo, es sinónimo de crecimiento personal.
Muchos se dejarán guiar por la fe mirando al cielo, o bien otros por sus principios; y ambos casos son válidos, ya que cada quien se ajustará a lo que le resulte más cómodo y familiar para lograr mantener la mente clara para conseguir su objetivo.
La capacidad de superarnos es una gran virtud, lo que pasa es que muchas veces nos dejamos guiar por nuestras debilidades. Solo al enfrentar esto, dejando que la fuerza del alma esté presente y sea nuestro “escudo”, veremos que nada nos limitará, logrando dejar salir el dolor, la tristeza, el miedo, la impaciencia y la falta de fe, para hacer mejores nuestras vidas cada día que abramos nuestros ojos.
Superarnos, también tiene relación muy directa con aceptar nuestros errores y reconocer nuestras equivocaciones, para volver a retomar ese camino, jamás será tarde, si miramos a nuestro interior y logramos ver esta gran virtud que poseemos, sólo que no nos animábamos a encontrarla.
Superarnos siempre será valentía y nos servirá de mucho para ayudar a otros. El superarnos siempre hará desaparecer lo que nos paraliza; nos ayudará a resistir largas dificultades y esfuerzos intensos; es una virtud que tiene como esencias a la paciencia y a la constancia.
En estos momentos de dificultades intensas, espero yo encontrarla y lo mismo les deseo a los que la necesitan.
“La vida no es una trayectoria plagada de problemas que necesitan ser resueltos; es una senda en la que debes experimentar”. –Desconocido.