Antes de hablar del concepto de universidad, como lo conocemos hoy, resulta imprescindible hablar primero de sus orígenes, durante la época medieval en Europa, donde se fundaron las primeras universidades. Las primeras instituciones educativas eran cristianas y se dedicaban mayormente al estudio de la teología, filosofía y humanidades, aunque también existían clases de medicina y derecho.
Poco a poco las universidades fueron ganando territorio en países como Italia, Francia, España e Inglaterra, hasta lograr su apogeo durante el Renacimiento del siglo XII (año 1150 aproximadamente).
Es importante recordar que antes de la llegada de la imprenta la memoria era considerada un arte, pues se trataba de la única forma de transmitir cultura. A partir de 1440, con la imprenta, las universidades comenzaron a cobrar más relevancia, pues eran lugares donde se preservaban y se promovían libros de arte, ciencia, política, religión, economía, etc.
Hacia el año 1900, la forma de enseñanza empezó a evolucionar, pero aún distaba de la manera en que hoy los estudiantes utilizan para aprender: los trabajos de investigación significaban dedicar varias horas a lecturas pesadas en bibliotecas. Además, los trabajos se realizaban en máquinas de escribir.
Dando un brinco a finales del siglo XX, nos remontamos a la llegada del internet. Para la década de los 80, las universidades ya proliferaban alrededor del mundo y contaban con los sistemas educativos que conocemos hoy: semestres, créditos, exámenes, calificaciones, veranos y títulos. Además, ya existían instituciones con áreas completas de informática y laboratorios modernos.
Entrado el nuevo milenio se empezó a ver que las universidades hacían uso de cosas como la televisión para mostrar documentales o películas educativas. Pronto los docentes migraron a las computadoras portátiles como apoyo a sus clases. Las cosas evolucionaron rápido debido a la transformación digital que invadía todo el mundo. Actualmente, la tecnología educativa del momento es la universidad en línea.
Hoy por hoy, ya no es necesario asistir a una clase presencial. Los estudiantes no tienen que levantarse temprano ni perder tiempo en el tráfico para tomar una lección. Gracias a las herramientas de interacción en tiempo real de la modalidad en línea, aprender y enviar tareas es mucho más rápido y sencillo.
La adopción de diferentes herramientas tecnológicas ha inspirado nuevos modelos de trabajo, y también de estudio. Transmitir conocimiento es más fácil y accesible que nunca, gracias a los dispositivos que nos permiten conectarnos desde cualquier lugar por su conexión a internet y su poder de procesamiento de datos.
Plataformas de videoconferencias, bibliotecas digitales y aulas virtuales son solo algunas de las maneras en que las universidades se han reinventado para darle la bienvenida a más y más estudiantes que prefieren la modalidad en línea. Si eres de los que está considerando estudiar una carrera online, te diremos algunas razones que te harán querer decidirte.
Es increíble cómo las universidades han cambiado tanto a lo largo de los siglos. Afortunadamente, te tocó una modalidad como ninguna otra. Anímate a estudiar una carrera en línea que se acomode a tus horarios y posibilidades.