¿Hay vida en el centro de la tierra? ¿Y si la zona que habitamos en realidad no es la superficie sino el centro del planeta? ¿Son humanos quienes allí viven?
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Mil preguntas similares han dado origen a teorías que desafían el conocimiento dado por verdadero desde hace siglos, según la cual vivimos en la superficie de nuestro mundo.
Aunque parezca loco, hay gente que afirma con rotundidad que hay vida inteligente en el centro del planeta. Para eso debemos aceptar la idea de una tierra hueca.
Algunos plantean que son humanos que se separaron del resto y evolucionaron de otra manera, mientras hay quien sostiene que son extraterrestres. ¿Quiénes son y qué es exactamente lo que afirman estos científicos?
Cyrus Reed Teed vivió entre 1839 y 1908, así que asistió a un momento histórico en el que estaban apareciendo constantemente nuevas invenciones y la tecnología se abría espacios en la vida cotidiana. Era médico, pero también alquimista, y en algún momento llegó a autodenominarse “mesías”.
Su teoría de la Tierra Hueca indica que los humanos no vivimos en la superficie del planeta sino en el centro de él. Esto implica que el cielo, las estrellas y el Sol también son parte de la Tierra y que cuando los vemos, en realidad estamos viendo la cara interna de la superficie del planeta.
Esta teoría también se conoce como “Cosmogonía Celular”, que fue el nombre elegido por Teed para su planteamiento. Para comprenderla bien, vale la pena imaginar que se ha colocado una pequeña esfera dentro de una considerablemente mayor. Los humanos habitamos en la superficie de la esfera pequeña, pero en realidad, la Tierra es la esfera exterior.
De acuerdo con él, el Sol es un objeto incandescente alimentado eléctricamente y fijo a la pared interna de la esfera mayor. La razón por la que la esfera pequeña no baila libremente dentro de la esfera grande (como un cascabel) es por la ausencia de gravedad en el espacio interno de la esfera grande.
Otras teorías coinciden en la idea de la tierra hueca, pero no necesariamente encuentran que seamos nosotros los habitantes del lado interno, sino que los humanos estamos en la superficie y que en vez de un núcleo se alberga vida en el centro de la Tierra.
Una de las referencias más conocidas a esta idea está en el libro de Julio Verne, Viaje al Centro de la Tierra, en la que tres viajeros descienden por la boca de un cráter y, al llegar a determinada profundidad, encuentran un mundo interior, bañado por una luz distinta a la solar, e incluso con seres inteligentes, similares a los humanos.
Al parecer, Verne se inspiró en alguna de estas teorías, e incluso dos de los exploradores mantienen una discusión acerca de la verdadera naturaleza del centro terrestre. La más conocida de las teorías de la tierra hueca plantea que nuestro planeta es como una pelota de tenis con dos grandes agujeros en los polos, a través de los cuales los habitantes del lado interno pueden salir o entrar según sus necesidades.
También se mencionan túneles secundarios que permiten llegar rápidamente a lugares importantes como centros de poder político, económico o bélico.
A pesar de la mala fama que tienen estas teorías, no todos los que las postularon eran simples charlatanes. Uno de los científicos más reconocidos de la historia, el astrónomo Edmund Halley, predijo con gran precisión la aparición del cometa que hoy lleva su apellido.
Halley era amigo cercano de Isaac Newton así que se interesó mucho en su Ley de Gravitación Universal. En sus estudios de la gravedad terrestre, encontró importantes anomalías. Buscando explicarlas, postuló una interesante teoría que incluye la idea de una tierra hueca, o con otras “tierras” en su interior.
Halley creía que la esfera terrestre tenía una capa superficial de 800 kilómetros de espesor, y que adentro había dos capas más, además de un núcleo central. De acuerdo con él, cada una de estas capas tenía su propia atmósfera y sus propios polos magnéticos, lo cual explicaba las diferencias de lectura gravitacional en distintos lugares de la Tierra.
En 1818, John Cleves Symmes Jr. sorprendió al mundo con su propia versión de la teoría de la tierra hueca, al hacer 500 copias de un texto conocido como “Circular 1”, en la que afirma que la tierra es hueca, que su interior es habitable y que contiene varias esferas concéntricas. Incluso plantea que la apertura para acceso al interior está en los polos, entre los 12 y 16 grados.
Symmes envió este texto a todos los gobiernos, academias, sociedades científicas o filosóficas que pudo alcanzar tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Pero no mucha gente le dio crédito; hasta su hijo afirmó que estaba loco.
Según él, el espesor de la primera capa era de 1600 km y las aperturas en los polos eran de 6500 a 9000 km de ancho. Estas dimensiones, decía, permitían el tránsito de un lado al otro sin inconvenientes. Simplemente caminando o a caballo.
También creía que a través de esos orificios entraba la luz solar, creando un hábitat capaz de albergar vida en el centro de la tierra. Symmes fue más allá: planteó que todos los cuerpos celestes tenían la misma estructura de esferas concéntricas.
Symmes estuvo a punto de emprender el viaje necesario para probar su teoría, con financiamiento del gobierno de Estados Unidos. El presidente John Quincy Adams lo aprobaba, pero al terminar su período el proyecto quedó en manos del presidente Andrew Jackson, quien lo descartó.
Lady Paget Walburga, nacida en 1839, fue una escritora anglogermana que tenía excelentes relaciones con la realeza británica, aunque también con su contraparte alemana.
Habría pasado a la historia simplemente como parte de la alta sociedad, de no ser por el libro, “Coloquios con un amigo no visto”, en el que afirmó que la tierra era hueca y que en su lado interno había ciudades en los que vivían los descendientes de la civilización que una vez ocupó la mítica Atlántida.
La diferencia entre las demás teorías y la de Lady Paget consiste en que se atreve no sólo a decir que hay vida en el centro de la tierra, sino que los seres intraterrestres son los atlantes. Esta idea es aprovechada en la película Aquaman, de 2018. Paget también dijo que la entrada al reino subterráneo sería descubierto en el presente siglo.
Como hemos visto, hay varios defensores de la teoría de la tierra hueca que han planteado que hay vida en el centro de la tierra, y más aún, vida inteligente. Algunos piensan que en realidad se trata de vida extraterrestre que se ha refugiado allí, y otros piensan que son formas diferentes de evolución natural.
Por reptilianos se conoce normalmente a una raza de extraterrestres aproximadamente de dos metros de altura, con forma humana pero con cola y cubiertos de escamas. Se supone que tienen la capacidad de mutar para camuflarse entre los humanos.
De acuerdo con ello, los reptilianos son los seres intraterrestres por excelencia dado que viven en sistemas de cuevas subterráneas. Autores como David Icke han mantenido esta tesis durante años y han publicado libros con gran detalle.
Icke denuncia que los ataques a las Torres Gemelas fueron causadas por reptilianos infiltrados en el gobierno de Estados Unidos, para justificar guerras en el Oriente Medio.
Recientemente (en los años 90) se produjo un avistamiento por parte de una expedición de espeleología en Estados Unidos. Uno de los exploradores, conocido como Jerry, explicó que había visto a un “hombre lagarto” y dedujo que era inteligente debido a que conducía un vehículo y estaba vestido.
Otros autores que creen que los reptilianos evolucionaron a partir de pequeños dinosaurios, adquiriendo una forma humanoide y con una inteligencia similar a la humana. También hay quienes piensan que en realidad el hombre se desarrolló cuando los reptilianos salieron de las profundidades, así que son nuestros ancestros evolutivos.
Los testimonios alrededor de los niños verdes de Woolpit constituyen uno de los primeros hitos en una antigua pregunta: ¿Qué hay en el centro de la tierra?. Woolpit es una pequeña población británica en la que se dio un extraño caso que involucra la aparición de dos niños con la piel verde.
Esto ocurrió cerca del año 1100 y la historia se conservó mediante la tradición oral. Los testimonios indican que en Woolpit fueron descubiertos dos niños pequeños (niña y niño) con la piel verde, lo cual espantó a los vecinos.
Estos niños no comían nada de lo que se les ofreció ni hablaban la lengua local. El varón falleció al poco tiempo pero la niña logró resistir. Cuando aprendió inglés, explicó que ellos venían de debajo de la tierra, donde no había luz solar, ni noche y día, sino una especie de atardecer permanente.
La piel de la niña poco a poco adquirió el color de los humanos y llegó a casarse con un caballero de la región.
Esta historia se repite en España, en 1878, con el nombre de los niños verdes de Banjos. En este caso se cuenta que la niña sobrevivió a su hermano, pero no llega tampoco a la edad adulta.
En Suramérica, más concretamente en el oriente amazónico de Perú, se encuentra, de acuerdo con teorías arqueológicas, la ciudad perdida de Paititi, que se supone está repleta de oro. Es una de las versiones de la leyenda de El Dorado.
En ella se encuentrarían restos de civilizaciones anteriores a los Incas y no relacionados con ellos. En Pusharo se descubrieron petroglifos que son testimonio de una civilización localizada en esa zona.
Allí suelen producirse situaciones extrañas como mal funcionamiento de brújulas, avistamiento de luces, y el testimonio de los habitantes cercanos, según el cual allí viven los hermanos “del otro lado”, una civilización que supera ampliamente a los indígenas en conocimientos.
Se cree que estos misteriosos hermanos son los Guardianes Primeros, maestros que viven bajo la tierra, en una ciudad compuesta de cuevas y en donde custodian muchos de los tesoros “perdidos” que los españoles nunca pudieron encontrar.
De acuerdo con estas hipótesis en torno a la tierra hueca, el espacio interior del planeta es habitable, con una temperatura agradable para los humanos y, en general, buenas condiciones para el desarrollo de la vida.
De allí que es aceptado que el espacio interior tiene vegetación y fauna similares a la exterior y luz permanente, que proviene del reflejo de la luz solar o de algún fenómeno electromagnético (como la aurora boreal).
En Viaje al Centro de la Tierra, Julio Verne afirma que hay un mar interior y que la luz proviene de una “bola” de energía electromagnética.
Muchos de los teóricos han nombrado a esta zona central como Agartha, e incluso afirman que hay en ella varias ciudades relativamente cercanas a la superficie, con cerca de 500 mil habitantes cada una. También se refiere una ciudad con el triple de la población que se encuentra mucho más profunda. El conjunto de estas ciudades se conoce como Red de Agartha.
Sin embargo, hay quienes creen que el hueco central de la Tierra contiene una pequeña estrella o sol que permite que haya vida en la cara interna del planea.
No son pocos quienes han llevado su interés en defender la tesis de la tierra hueca hasta las últimas consecuencias y han iniciado una expedición destinada a entrar en el espacio interior para probar que, efectivamente, el centro de la tierra es hueco.
Como hemos visto, se supone que hay orificios grandes en los polos de la tierra, que permiten el acceso a Agartha. Entre los exploradores de los polos se destaca el aviador estadounidense Richard Byrd, quien afirmó haber sobrevolado el Polo Norte en 1926 y, aprovechando ese éxito, organizó una expedición al Polo Sur en 1928.
Efectivamente al año siguiente, Byrd sobrevoló el Polo Sur. Muchos de los lugares de la Antártida recibieron nombre gracias a sus informes. Hay autores que afirman que Byrd descubrió una entrada al lado interno de la tierra pero el gobierno de su país le ordenó guardar silencio.
Byrd, además, organizó en 1947 la Operación High Jump, maniobras con sede en la Antártida que oficialmente pretendía probar equipos militares, pero que según otros relatos sirvió para explorar la entrada a Agartha y además desmantelar instalaciones de los nazis que se habrían adelantado casi una década en ese camino.
Byrd declararía más adelante, ante el Senado, que América podía ser atacada por un enemigo que podía volar de polo a polo a gran velocidad.
Hay documentos resguardados por la KGB soviética, así como por la CIA, que indican que los nazis lograron encontrar el pasaje al mundo interior, en donde habrían establecido su dominio sobre el continente interno Asgard, con capital en Neue Berlin (Nueva Berlin).
El indicio más importante lo ofrece un mensaje codificado de Karl Unger, miembro de la tripulación del submarino alemán U-209, en la que afirma que su submarino logró llegar al lado interno de la tierra, pero que no podían regresar.
El almirante Doenitz comunicó en 1943 que la flota submarina alemana había establecido un paraíso secreto que constituía un refugio impenetrable para el Führer.
De acuerdo con estas informaciones, la forma de llegar a Asgard es a través de un pasaje submarino que se encuentra en frente a la Antártida, en el mar de Lazarev. Curiosamente, tanto EEUU. como la URSS dedicaron tiempo y recursos a explorar la zona.
Hay tesis que indican que hay asentamientos nazis que aún están desarrollándose y prosperando bajo tierra, mientras que otros plantean que la expedición de Byrd tuvo como verdadero objetivo exterminar a los nazis, razón por la cual se llevó a cas 5 mil hombres y más de 30 aeronaves a la zona, movilización que no se podía justificar como una expedición científica.
Todas estas teorías tropiezan con la versión oficial del contenido de la Tierra según la ciencia moderna. Por medio de cálculos basados en las ondas sísmicas y el registro de las líneas gravitatorias, se ha determinado el contenido de nuestro planeta.
La ciencia plantea que bajo la superficie, compuesta por placas tectónicas que se mueven constantemente y generan terremotos, a 35 km de profundidad (promedio) comienza un manto compuesto por diversos materiales, y que es la capa más grande del planeta, dado que alcanza casi 3 mil kilómetros de espesor. Los materiales dominantes en esa zona son el silicio, el níquel y el hierro.
Al pasar esa profundidad, se llega al núcleo, una gran bola de hierro incandescente, con trazas de níquel y otros elementos pesados, como plomo, uranio, oro o mercurio. También se cree que en el centro del núcleo hay un núcleo interno tan caliente como el sol.
Aunque no hay pruebas de que la es tierra hueca, también es cierto que los datos que ofrece la ciencia oficial se sustentan sólo en mediciones de ondas y que hasta ahora la exploración del planeta sólo ha podido alcanzar la superficie, así que no es posible asegurar o desmentir la existencia de vida en el centro de la Tierra.