Cada vez se utilizan más las terapias de tercera generación, cuyo objetivo es cambiar las conductas problemáticas teniendo en cuenta la relación del paciente con el problema y su entorno. En las terapias de conducta de tercera generación se considera que el origen de los malestares emocionales y conductas problemáticas se deben, en gran medida, a los antecedentes sociales y culturales del paciente.
Psicología cognitiva:
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Las terapias de tercera generación, también conocidas como terapias de tercera ola, surgieron en la década de 1990, su finalidad es que el paciente trabaje los síntomas basándose en comportamientos y razonamientos, prestando especial atención a los síntomas, malestar emocional y a la relación que sostiene el paciente con el problema y el entorno que lo rodea.
Su perspectiva se dirige hacia la persona afectada por el problema, ya que toma en cuenta su experiencia y contexto para comprender mejor su situación y ver qué le impulsa a desarrollar conductas inapropiadas. La relación entre terapeuta y paciente es fundamental para producir nuevos cambios en las circunstancias de la persona. A través de la comunicación entre ambos se busca cambiar el comportamiento del paciente originando cambios profundos.
La respuesta a esta pregunta no es tan sencilla como se puede imaginar, ya que aún se utilizan estrategias de las generaciones anteriores. Los siguientes tratamientos son consideran tipos de terapia de generación:
Presta especial atención tanto a la conducta verbal como a la forma en que se expresa, ya que permite al terapeuta observar y atribuir las conductas que está realizando.
Según algunos estudios, esta terapia debe llevarse a cabo durante mínimo ocho semanas. De esta forma, los pacientes pueden mejorar su calidad de vida y reducir los síntomas de depresión y/o ansiedad.
Hasta ahora en psicología se han originado tres olas o generaciones de terapias que se han sucedido tomando aprendizaje de la anterior mejorando su nivel de efectividad y comprensión de procesos mentales y conductuales.
Una de las características de la primera y segunda generación de terapias es que sus enfoques eran más mecánicos en comparación con la tercera.
La primera generación se basaba en entender la conducta como una mediación entre las relaciones entre estímulos y las consecuencias de las respuestas a ellos. Los terapeutas provocaban los cambios de conducta trabajando sobre los datos que obtenían de los comportamientos observados, aunque se vio muy limitada debido a que no se tomaban en cuenta las emociones ni cogniciones.
En la segunda generación, el terapeuta se enfocaba en cambiar los esquemas de creencias y pensamientos del paciente que pudieran generar conductas problemáticas. No obstante, se concentraba totalmente en eliminar todo lo negativo, por lo que se corría el riesgo de causar comportamientos rígidos que también podían ser no funcionales. Además, generalizar esta terapia al contexto de la persona en ocasiones se volvía complicado, existiendo riesgo de alguna recaída.
Por su parte, la tercera ola tiene un enfoque más cercano al contexto que presenta cada paciente, teniendo en cuenta no solo los síntomas, sino mejorar la situación cotidiana y la vinculación con su entorno y así generar un cambio permanente y real que permita superar el malestar.
Se basa principalmente en el poder del diálogo entre terapeuta y paciente para que ambos trabajen activamente en un cambio de conducta, en lugar de ser un medio donde el terapeuta solo indica estrategias al paciente, como era frecuente en las generaciones anteriores.
La mayor clave de esta terapia es la aceptación del presente, en lugar de la resignación. Todo esto después de que, entre el terapeuta y paciente, hagan un análisis donde comprendan la causa del problema, con el objetivo de lograr cambios reales y así reducir los síntomas.
Las terapias de tercera generación entienden que cada persona es un todo con su propia historia y circunstancias vitales. Para hacer esto, se elabora un tipo de mapa concreto sobre el contexto del paciente, donde se consideran los síntomas y los problemas reales, además de cómo interactúa y se siente dentro de su entorno, así como su historia y la situación actual.