Cultura

El “Tesoro” del capellán de Felipe II fue el primer diccionario castellano monolingüe de la historia

En 1611 se publicó “Tesoro de la lengua castellana” un libro que se venía pergeñando desde hace seis años y cuyo autor era Sebastián Covarrubias (1539-1613), capellán de Felipe II y canónigo de la catedral de Cuenca. Tardó seis años en culminar su obra porque lo hacía a placer y con profundidad, escribiendo a razón de seis entradas por día.

Tipos de diccionarios:
Características, funciones y ejemplos de todos los diccionarios que existen

Leer artículo

El autor es un personaje curioso, lexicógrafo, humanista, políglota, hombre de letras y un curioso insaciable, que con su libro rellenaba el hueco del primer diccionario general monolingüe del castellano, es decir, el primer léxico en nuestra lengua. Recordemos que el texto de Nebrija (1492) era castellano-latín.

Un escritor erudito

Su lectura está plagada de curiosidades, diserta con gracia y erudición, allí encontramos palabras que creíamos más modernas, otras que han caído en desuso y otras que tienen una grafía distinta a la actual.

Vayamos a los detalles que es donde descansa el demonio. El autor define chismoso como aquel que “siembra discordia entre los hermanos” y chinche como el “animalejo engendrado de la putrefacción, por la suciedad y por el poco aliño de los que no limpian, o la cama o lo demás donde se crían”. Y es que en el siglo XVII todavía estaba vigente la teoría de la generación espontánea formulada por Aristóteles siglos atrás.

No menos llamativa es la entrada de garrapata (“género de sabandija sucia, que se cría entre el pelo de algunos animales con unos piececitos pequeños”).

Como se puede observar no todas las entradas del diccionario son iguales en su extensión y, además, en ellas manifiesta opiniones, hace divagaciones o cuenta anécdotas propias o ajenas.

La edad avanzada para la época con la que comenzó a escribirlo –sesenta y seis años- hizo que a partir de la letra “C” redujese la extensión media de las definiciones, por miedo a fallecer antes de terminar el proyecto. Su temor no carecía de fundamento, ya que sucumbió dos años después de la publicación del libro.

Palabras moribundas

Hay algunas disquisiciones verdaderamente divertidas, como por ejemplo el vocablo rincón, en donde señala que “su etimología está tan arrinconada que hasta ahora yo no la he hallado”.

Algunas acepciones han desaparecido a pesar de su belleza, como venerario (“se llamaba así al boticario, porque si excedía en la composición de su dosis, sus pociones eran mortíferas”) o embotijar (enojar).

En otras ocasiones los vocablos han modificado su significado, como puede ser fregadero (“los platos, escudillas, sartenes y los demás vasos de aparador y espetera”) o su grafía (clin, arfil o borbollón).

Hay entradas tan hermosas como berenjena, que “produce melancolía” según Covarrubias o bollo maimón, que es un “pan mezclado con hechizos de bienquerencia”. ¡Qué pena que todavía no se vendan!

Pero si de todas sus acepciones me tuviera que quedar con una, muy probablemente, elegiría ojo: “la parte más preciosa del cuerpo, pues por ellos tenemos noticias de tantas cosas. Ellos son las ventanas adonde el alma suele asomarse, dándonos indicios de sus afectos y pasiones de amor y odio. Son los mensajeros del corazón y los parleros de lo oculto de nuestros pechos”. Simplemente, exquisita. La verdad es que el título no pudo ser más acertado: “Tesoro de la lengua castellana”.

Cinco Noticias
Cinco Noticias Facebook
Cinco Noticias Twitter
Cinco Noticias Instagram
Cinco Noticias Pinterest
© Todos los derechos reservados