Viajes

Tierra de fuego y hielo: ¿A dónde viajamos hoy?

Nos vamos a uno de los territorios más jóvenes del planeta. Un lugar plagado de singularidades, con cascadas imposibles y playas negras, y con una seguridad casi absoluta. Como muestra un botón: en este país el primer atraco de su historia se cometió en 1984.

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Geográficamente es algo más grande que Portugal y tiene una población similar a la de Alicante. Además de estar solos, sus habitantes son muy pero que muy felices. Y es que siempre se encuentran en los primeros lugares del ranking de los europeos que gozan de una mayor felicidad.

El país se encuentra a medio camino entre Europa y Groenlandia, tiene dos veces más ovejas que humanos, y más volcanes que futbolistas profesionales. Con todos estos datos seguro que has adivinado que nuestro destino es Islandia.

Un país que está dividido en veintitrés condados y tiene catorce ciudades. La mayoría de su población vive en lugares costeros y en su capital, Reikiavik, reside uno de cada tres islandeses.

ciudad de Reikiavik, capital de Islandia (Ludovic Charlet).

Bueno, en la isla habitan los islandeses y los elfos. Porque, según una encuesta realizada hace unos años por la Universidad de Islandia, el 62% de la población islandesa mantiene la creencia de la existencia de los elfos, unos seres de pequeño tamaño que no superan los 96 centímetros.

Islandia tiene un color especial

La carretera nacional R1 es la más importante del país, se llama Ring Road y circunda la isla a lo largo de unos 1400 kilómetros. Conducir por ella es sentirse como un explorador en busca de un nuevo mundo.

Los paisajes cambian constantemente: campos de lava negra que contrastan con el verde intenso de los musgos, cascadas que se despeñan al vacío o glaciares que fulguran bajo el sol. Un espectáculo para los sentidos que deja al viajero sin aliento.

Seljalandsfoss, Islandia (Robert Bye)

Fuera de esta carretera, y apenas a unos 50 km de la capital, se encuentra el Círculo Dorado, que comprende algunas de las maravillas naturales de la isla, además de una gran importancia histórica.

Allí está el Parque Natural de Thingverllir, el área geotérmica de Geyser, la cascada Gullfoss –en islandés foss significa cascada–, además de encontrarse la famosa unión entre las placas tectónicas americana y euroasiática –que se separan a un ritmo de 2,5 cm por año–, un hecho verdaderamente espectacular. Parece la cremallera de una gran cazadora que cubre toda la Tierra y que en Islandia le ha dado por desabrocharse. 

Dentro del Círculo Dorado es posible observar los famosos caballos islandeses, a medio camino entre un caballo y un poni, y las montañas cubiertas por una flor de color morada llamada Lupin. Es una legumbre de la familia de los guisantes que fue traída desde Alaska para evitar la erosión del suelo y mejorar la fertilidad.

Caballos islandeses (redcharlie)

El vocablo lupin deriva del latino lupus, lobo, y es que hubo una creencia errónea de que esta planta absorbía todos los nutrientes del suelo, con una voracidad similar a la de los lobos.

Cuenta la leyenda que en los años sesenta, Islandia tenía un paisaje mucho más inhóspito del que tiene ahora. Tan era así, que la NASA lo aprovechó para realizar algunos entrenamientos en su accidentado territorio antes de lanzarse a la luna. Pero claro, no fueron solos, en sus maletas llevaron algunas semillas de lupinos. 

El parlamento más antiguo del mundo

En el Parque de Thingvellir se fundó el primer parlamento de la historia hacia el 930. Allí, en Alpingi, se reunían todos los años los “hablantes de las leyes” (lögsögumaour) para recitar las leyes y resolver las disputas. ¡Para que luego digamos que los vikingos eran unos salvajes que estaban sin civilizar!

Drekkingarhylur, piscina de ahogamientos, Islandia (Pierre Selim Huard, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons).

En la zona es posible disfrutar del sonido del agua discurriendo por el río Öxará, el cual forma la piscina de los ahogamientos (Drekkingarhylur), en donde en épocas remotas las mujeres acusadas de brujería, incesto o adulterio eran arrojadas al fondo con sacos llenos de sal atados a sus cuerpos.

Geysir es como una olla caliente burbujeante que lanzaba agua a unos 60ºC y que, desde comienzos del siglo XXI, se encuentra en inactividad. Afortunadamente, no muy lejos de allí está el geiser Strokkur que lanza agua cada 10 minutos a 20-40 metros. Un verdadero regalo de la naturaleza.

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