Martin testificando frente al Congreso estadounidense en 2016 (House Committee on Oversight and Government Reform, Public domain, via Wikimedia Commons).
Martin Shkreli se ganó el título del hombre más odiado del mundo por los medios estadounidenses en el año 2015, cuando compró la patente de un importante fármaco contra el VIH y le subió un 5000% al precio original. Esta vez, el CEO de Turing Pharma perdió su cuenta en Twitter al ser acusado por la periodista Lauren Duca de acoso a través de las redes sociales.
Shkreli robó la imagen de perfil que tiene Duca en su cuenta de Twitter, en la que sale con su esposo, y la editó recortando la cara de la pareja de la periodista y poniendo la suya en su lugar para aparentar que estaban juntos y luego publicarla en la red.
La redactora de Vogue publicó el pasado diciembre un artículo donde acusaba a Donald Trump de ser un mentiroso, cosa que la puso en el radar de Shkreli, que es seguidor y votante confeso del actual presidente de los Estados Unidos.
Lauren Duca logró denunciar el perfil del empresario alegando que este no solo le manda mensajes privados, sino que también hizo que un grupo de “trolls” la molestaran con bromas sexuales pesadas en su nombre. Finalmente Twitter tomó cartas en el asunto y cerró la cuenta de tan odiado personaje.
La subida de precio del Daraprim
En el 2015 el CEO de Turing Pharma compró la patente del Daraprim, un medicamento que se utiliza para tratar el sida, la malaria y prevenir la toxoplasmosis en las mujeres embarazadas, y le subió el precio de 13,50 dólares por pastilla a 750 dólares. Con esta acción consiguió ser bautizado como el hombre más odiado del mundo.
Filtró el nuevo disco de Wu-Tang Clan
Para desgracia de los amantes de la música, Shkreli es un melómano coleccionista. Por eso cuando el grupo de raperos Wu-Tang Clan sacó en subasta su nuevo disco Once Upon a Time in Shaolin el empresario no dudó en pagar 1.7 millones de euros para adquirirlo.
El grupo de neoyorquinos esperaban que su nueva pieza musical fuera limitada y que no saliera al mercado abiertamente, pero no contaban con las intenciones ocultas de Martin Shkreli.
Shkreli prometió que si Donal Trump ganaba las elecciones, haría público el disco. Y como lo prometido es deuda, el nuevo propietario del disco cumplió su palabra, pero no como todos esperaban, sino que se grabó a él mismo escuchando fragmentos sueltos del álbum en una pésima calidad.
