Científicos de los Estados Unidos y Europa tal vez vivieron las horas más emocionantes de sus carreras tras detectar por primera vez en un mismo evento cósmico ondas gravitacionales y luz.
Este singular efecto cósmico fue causado por el choque de dos estrellas de neutrones, cuya colisión se produjo hace unos 130 millones de años.
El fenómeno se detectó por primera vez en agosto gracias al empleo de instrumentos del observatorio Ligo, situado en el estado de Washington y en Luisiana, Estados Unidos. Otro de estos detectores, llamado Virgo, también participó desde Italia.
Segundos después del choque, los observatorios consiguieron detectar una impresionante ola de luz en forma de rayos gamma, en la misma área del espacio, y que análisis posteriores confirmaron que surgió de la misma fuente.
Albert Einstein había predicho la existencia de estas ondas en el año 1916, como resultado de su teoría de la relatividad, en la que se describe a la gravedad como un fenómeno de distorsión del espacio y del tiempo causado por la presencia de materia.
Los científicos descubrieron con sus observaciones que, tras la fusión de las estrellas, fueron arrojados al espacio metales como oro y platino, entre otros. Lo que podría confirmar que estos metales son el producto de eventos catastróficos en el espacio.
Otros telescopios de todo el mundo, que fueron avisados con posterioridad, también se convirtieron en testigos de la fusión.
El astrónomo Philip Cowperthwaite, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, explicó más tarde a través de un comunicado:
“Piensen que las ondas gravitacionales son como un trueno, y ese fenómeno ya lo hemos escuchado antes, solo que ahora, por primera vez, hemos podido ver la luz”.
Los componentes de Ligo funcionan engranados y emplean una especie de láser para encontrar vibraciones de ondas gravitacionales cuando pasan a través de la Tierra.
Antes de esto, los científicos solo podían estudiar los fenómenos que ocurren en el espacio con la observación de ondas electromagnéticas, como las ondas de radio, luz visible, luz infrarroja, rayos gamma y rayos X.
El colosal impacto de estas dos estrellas generó una explosión 1.000 veces superior que la de una estrella supernova. A esta en particular se la conoce como kilonova.